(Juan Esteban Allegra).
Hombre de Dios o Dios es fuerte. Héroe de Dios. Mi fuerza es Dios.
Juan Esteban Allegra nació en San Giovanni La Punta (Catania, Italia). Entró como franciscano en el convento de San Biagio en Arcireale en 1918. Novicio en 1923, tres años más tarde fue enviado al Antonianum de Roma para el estudio de la teología. Allí tuvo la fortuna de escuchar, en 1928, una conferencia sobre Fr. Juan de Montecorvino, franciscano, misionero en China y primer arzobispo de Pekín, con motivo del VI centenario de su muerte. La conferencia fue -diría él más tarde en sus “Memorias”- «como una mecha encendida lanzada contra un polvorín», y lo convenció de que estaba llamado a ser misionero en China. Cuando se enteró de que en China no había una traducción católica de toda la Biblia, decidió irse allí para traducir las Sagradas Escrituras a la lengua de Confucio. Este voto lo consignó a la Virgen Inmaculada, hacia la que siempre tuvo un afecto filial. Ordenado sacerdote en 1930, al año siguiente fue enviado en misión a China.
Después de haber estudiado el chino, comenzó en 1935 la traducción en chino del Antiguo Testamento a partir del arameo, y lo terminó en 1944. Desgraciadamente, perdió más de la mitad del texto traducido durante las vicisitudes de la guerra. En 1945 fundó en Pekín el Studium Biblicum Franciscanum, transferido a Hong Kong en 1948.
Completó la traducción del Antiguo Testamento en 1952 y, a partir de 1955, se dedicó a traducir el Nuevo Testamento a partir del griego. En 1968, el Studium Biblicum Franciscanum publicó por primera vez en la historia, la Biblia en chino (Antiguo y Nuevo Testamento). Traducir la Biblia, de los textos originales a lengua china, comportaba ciertamente grandes esfuerzos; basta pensar en la necesidad de crear vocablos nuevos para expresar conceptos hasta entonces desconocidos en la lengua y en la mentalidad china. Por eso, el mérito del P. Allegra es extraordinario: con su traducción no escribió una teología china, pero puso a los chinos en condiciones de escribir una teología suya; es decir, permitió interpretar el texto de la Revelación según las categorías propias de la experiencia y cultura del lugar.
Partiendo del interés común por la Sagrada Escritura, el P. Allegra, con espíritu conciliar y evangélico, dirigió su atención a los hermanos separados, iniciando con ellos un diálogo intenso y constructivo con fines ecuménicos. En este campo dio vida a los "seminarios bíblicos", o reuniones de estudio, con representantes de las varias denominaciones protestantes de Europa, América y Asia. Organizó semanas bíblicas en Formosa, Japón y Hong Kong. Predicó retiros espirituales a los seminaristas anglicanos. Cultivó también otros campos de intereses, en particular el arte y la música.
A pesar de ser un erudito insigne con una inteligencia prodigiosa, el padre Allegra siempre fue consciente que antes que nada era sacerdote y franciscano, por lo que se le recuerda como un hombre de oración, de caridad y de entrega a los demás. Sus vacaciones, siempre que podía, las pasaba con los más necesitados, como en el leprosario de Macao, donde era común verle en los días de Navidad y Pascua. Una de sus frases más comunes era quien pudiera “imitar a los grandes misioneros y como ellos llegar a ser un hombre de oración”.
El padre Allegra murió en el hospital "Canossa" (Cáritas) de Hong Kong el 26 de enero de 1976, apreciado por todos como un hombre de gran caridad y sabiduría. En 1986 su cuerpo fue trasladado a Acireale y sepultado en la iglesia del convento franciscano de San Biagio, que pronto se convirtió en meta de peregrinaciones. El 29 de septiembre de 2012 fue beatificado en Acireale, en la Basílica catedral de la Anunciación de María Santísima durante el pontificado de Benedicto XVI.
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