28 de enero de 2015

Beato JULIÁN MAUNOIR. (1606-1683).


(fr.: Julien Maunoir). 
Deseo del cielo.

Martirologio Romano: En el lugar de Plévin, de la Bretaña Menor, en Francia, beato Julián Maunoir, presbítero de la Compañía de Jesús, que se entregó por espacio de cuarenta y dos años a las misiones populares por todos los lugares y aldeas de la provincia.

Nació en Saint-Georges-de-Reitembault en Francia. Recibió una  educación religiosa de sus padres; se hizo jesuita en el 1625. Después de recibir la ordenación sacerdotal en el 1637 deseaba marchar como misionero al Canadá, pero su destino fue Bretaña, la región de Cornualles: aprendió maravillosamente la lengua y predicó con tanta eficacia que en dos años evangelizó a 30.000 personas. Cuando el P. Maunoir empezó a trabajar en la Bretaña, en 1640, había sólo otros dos misioneros. A su muerte, ocurrida cuarenta y tres años más tarde, había más de mil. 
La realidad es que hubo apenas un puñado de jesuitas, de los que la mayoría eran bretones, y un fuerte contingente del clero bretón que cooperó con los padres de la Compañía y se sometió espontáneamente a la rigurosa disciplina que les impuso el P. Maunoir. 
La tarea consistía, ante todo, en la instrucción religiosa; "la predicación emocional", capaz de arrastrar a las multitudes en un momento dado, sólo se empleó como instrumento secundario. Los misioneros se ayudaban en su tarea con imágenes en colores, algunas de las cuales se conservan todavía en la biblioteca de Quimper. Se trataba de ilustraciones de la Pasión, del Padre nuestro, de los pecados capitales, etc., bajo las diferentes alegorías del Caballero Errante, de las Seis Ciudades de Refugio, de Los Tres árboles... Con esto, se despertaba la imaginación popular y las cualidades poéticas del espíritu humano. 
Las imágenes, lo vivencial y el sentido del humor de los comentarios hechos por los misioneros es lo que hacía pensar a Henri Brémond en Bunyan. Pero además, había representaciones con cuadros plásticos vivientes. De ahí se originaron las famosas procesiones en las que se representaba, por ejemplo, la Pasión del Señor. El P. Maunoir predicaba y los actores encarnaban su palabra, en tanto que "los oyentes sollozaban de emoción". Algunos se quejaron de la emotividad de tales actos, pero los obispos bretones apoyaron al misionero. Otro de los métodos era el empleo de cantos religiosos, de los cuales algunos eran ya tradicionales y otros habían sido compuestos por el mismo P. Maunoir. Lo cierto es que Julián tenía el don de versificar con gran sentimiento y que los cánticos religiosos constituían un factor importante en las misiones bretonas. Al empleo del idioma local se añadía la devoción a los santos bretones de la antigüedad. La región de San Corentin, en la diócesis de Quimper, fue el campo predilecto del P. Maunoir.
Como la leyenda de los santos celtas está llena de milagros -algunos de ellos conmovedores, otros fantásticos y aun poco edificantes entre los realmente convincentes-, así la evangelización llevada a cabo por Julián, fue apoyada por numerosos milagros y prodigios. Trabajó así durante 40 años con la ayuda de un grupo de sacerdotes diocesanos y murió exhausto en Plévin. Los peregrinos acudieron en masa a besar aquellos pies que habían viajado por toda la Bretaña y llevaron hasta sus últimos rincones el mensaje evangélico.  Fue beatificado por SS Pío XII el 20 de mayo de 1951.

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