(Gil de Laurenzana, Egidio de Laurenzana).
Sin tierra divina. Protector.
No hallándose capaz de dar respuesta a quienes acuden a él, decide dejar el santuario y colocarse como jornalero con un rico agricultor, el cual le toma afecto y le permite pasar en oración varias horas al día. Así está un tiempo hasta que madura su propia vocación y se decide a pedir el hábito franciscano en el convento de Lorenzana. Admitido al noviciado, profesa como hermano y se le asigna el encargo de trabajar la huerta de los frailes.
Tiene la inspiración de pedir y obtener licencia para construirse una pequeña celda en lo más alejado de la huerta y allí poder pasar en contemplación de las cosas divinas las horas que no son del trabajo. Y así discurre su vida: trabajo y oración altísima, siendo evidentes a la comunidad religiosa las virtudes del humilde hermano, que no salía de su celda sino para el trabajo y para acudir a la iglesia donde adoraba con amor al Santísimo Sacramento. Murió estrechando en sus manos el rosario de la Virgen María. Es famoso por su amor a los animales. Su culto fue confirmado en 1880 por León XIII.
No hay comentarios:
Publicar un comentario