(María Marcelina de la Inmaculada Concepción).
Nació en Szulaki, Ucrania, en el seno de una familia terrateniente de origen polaca. Desde pequeña destacó por su piedad y continua oración, virtudes por las cuales decidió dedicarse a la vida religiosa; sin embargo, en el lecho de muerte de su padre prometió que contraería matrimonio para preservar el linaje; se casó con Karol Darowski, con quien procreó dos hijos.
Enviudó después de tres años de matrimonio, y murieron sus hijos, por lo cual pudo ingresar en un convento. Viajó a Roma, donde conoció al padre Hieronim Kajsiewicz (quien se convirtió en su director espiritual) y, por medio de él, a Josephine Karska, quien ya tenía la idea de fundar una congregación dedicada a la formación integral de la mujer; éste fue el inicio de la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción de la Bendita Virgen María. Al morir sor Josephine, Marcelina asumió el cargo de superiora.
Trasladó a su país natal la sede de la congregación, y en Jazlowiec, Ucrania -donde radicaría el resto de su vida-, fundo la primera escuela para niñas, a la cual convirtió en un importante centro cultural y espiritual. Su carisma se basaba en el renacimiento y la consolidación de la familia sobre las bases del amor, el respeto y la oración, y en fincar sólidas bases morales en la sociedad. Las escuelas que fundó anexas a los monasterios eran gratuitas.
En los cincuenta años que fue abadesa fundó siete conventos, con igual número de escuelas. Dejó herencia de oración, amor al prójimo, y formación académica y religiosa. Murió en Jazlowice (Ucrania). Fue beatificada por san Juan Pablo II el 6 de octubre de 1996.
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