(Leonor Girlani, Juana Girlani).
Nació en Trino (Monferrato), con el nombre de Leonor. Muy pronto manifestó su deseo de hacerse religiosa e ingresó en un monasterio cercano a su ciudad; pero no resistía la proximidad de su familia. En 1477, en contra del parecer de su padre, ingresó en el monasterio carmelita. La célebre Congregación Mantuana, que en inicios estaba en todo su esplendor, fundó un convento de monjas de clausura en Parma y en él, el año 1477, vistió el hábito Leonor, cambiando su nombre por el de Arcángela.
Por su virtud y sus dotes naturales, fue elegida priora por la misma comunidad, cargo que aceptó por cumplir la voluntad de Dios. Fue desde entonces el refrigerio y el consuelo de todas las monjas y entre ellas la más humilde y servicial. A las enfermas consolaba con cariño maternal y les hacía consideraciones oportunas, animándolas a sufrir con resignación. Fue conocida en el monasterio por su sabiduría y por su templanza.
Quince años llevaba residiendo en el convento de Parma, santificándose y santificando a sus religiosas con su buen ejemplo y la heroicidad de sus virtudes, cuando los superiores determinaron hacer una nueva fundación de monjas en Mantua y eligieron para piedra fundamental a Arcángela. Fundo el monasterio de Santa Maria del Paraíso de las carmelitas de Mantua (1492) a petición de la familia Gonzaga. Con gran sacrificio obedeció al punto y, avezada a los caminos del Señor, en Mantua inicia la misma vida que seguía en Parma, por lo que pronto los habitantes de Mantua se percataron del bien que Dios les había proporcionado con el convento de las carmelitas. Las matronas, a porfía, llevaban a sus hijas, con el fin de que Arcángela las instruyera en los caminos del Señor.
El efecto no se hizo esperar, pues siete de aquellas jóvenes tomaron el hábito y bajo su dirección, se santificaron en el claustro. Cuando después de penosa enfermedad se sintió morir, reunió a sus monjas para exhortarlas y darles a manera de testamento, sus últimos consejos. Expiró diciendo: “Jesús, amor mío, ten piedad de mí”. Fue enterrada en el mismo convento de Mantua. Su cuerpo se venera en la iglesia del Hospital de San Lorenzo de Turín. Su culto se confirmó el 1 de octubre de 1864 por el beato Pío IX.
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