Martirologio Romano: En la ciudad de Argel, beato Francisco Zirano, presbítero y mártir, profeso de los franciscanos conventuales.
Nacido en Sassari (Cerdeña) en el seno de una familia de campesinos. Ingresó en la Orden de los Frailes Menores Conventuales y a los 22 años fue ordenado presbítero. Tenía una gran devoción a María.
En 1590 un primo y cohermano suyo, Padre Francesco Serra, fue capturado por los corsarios musulmanes que merodeaban por las costas sardas y fue llevado como esclavo a Argel. Este hecho marcó un punto de inflexión en su vida: dejó la tranquilidad del monasterio y, autorizado por el Papa Clemente VIII, recorrió toda la isla recogiendo dinero para el pago del rescate. En 1602 marchó a Argelia con la intención de liberar a su primo y a otros cristianos.
Se movíó en el espíritu del capítulo XVI de la “Regla no bulada” que indica a los hermanos que sienten la particular misión de estar “inter sarracenos” cuál ha de ser la actitud con que dar el bello testimonio de Evangelio: “No promuevan disputas ni altercados, mas sométanse a toda criatura por amor a Dios y confiesen que son cristianos”. Ni palabras ni discursos, y menos aún predicaciones, sino presencia ofrecida con total discreción y, sobre todo, con corazón pacífico y fraterno.
A pesar de todo ello fue arrestado y condenado a muerte sin juicio. Firmemente rechazó la propuesta de abjuración, y exhortaba a sus compañeros de prisión a permanecer firmes en su fe en Cristo. Sus perseguidores les respondía: “Soy cristiano y religioso de mi padre san Francisco y como tal quiero morir. Y suplico a Dios que os ilumine para que lleguéis a conocerlo”.
Pidió ser confesado antes de morir, pero se lo negaron. Fue desollado vivo a partir de la cabeza a manos de un cristiano renegado de origen griego. “A tus manos, Señor, encomiendo mi alma”, fueron sus últimas palabras antes de morir.
"El Padre Francesco - dijo, en la homilía de beatificación, el Cardenal Amato – soportó la tortura, como cordero manso, invocando el nombre de Jesús, la Virgen y recitando los salmos. Según el relato de testigos oculares, nuestro mártir murió de agotamiento en la tortura, clamaba al Señor para recibir su espíritu. Su piel, rellena de paja, fue expuesta a la profanación pública en una puerta de la ciudad ".
La ejecución tuvo lugar en 25 Enero 1603. Tenía 39 años de edad. El Padre Serra, más tarde pudo recuperar la libertad y dio digna sepultura a los restos de su primo. La convicción de que su muerte era la de un verdadero mártir quedó inmediatamente manifestada por los esclavos cristianos, que recogieron sus huesos y su piel como reliquias; enseguida recibió culto público popular. Fue beatificado por el papa Francisco el 12 de octubre de 2014.
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