Martirologio Romano: En Palestina, san Juan Silencioso o el Hesicasta, que, dejó el episcopado de Colonia en la antigua Armenia, condujo en la laura de san Sabas una vida monástica de humilde servicio a los hermanos, de rigurosa soledad y de silencio.

San Sabás le puso a trabajar en la construcción de un hospital, después le encargó que se ocupara de recibir y atender a los extranjeros. San Sabás vió en él un espíritu especial y le dio ocasión para que se retirara a una ermita cercana para que viviera en soledad en la contemplación. Durante 5 días a la semana Juan nunca salía de su celda, sólo los sébados y domingos asistía al culto público de la Iglesia. Después de pasar tres años en esta vida de ermitaño, fue nombrado administrador de la laura. San Sabás quiso ordenarlo sacerdote, pero fue entonces, cuando Juan le reveló su identidad de obispo huído, y se pasó cuatro años encerrado en su celda sin hablar con nadie. En el 503, el mal espíritu de ciertos discípulos obligaron a Sabás a abandonar la laura. San Juan se retiró a una zona salvaje en el desierto de Ruba, junto al Mar Muerto, donde pasó 6 años. Cuando Sabas fue llamado para que regresara a su laura, trajo a san Juan en el año 510, que vivió como recluso en su celda durante los 40 años de vida que le quedaban. Fue un encendido adversario de los origenistas y de los nestorianos y, por esta razón, fue perseguido por ellos.
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