Martirologio Romano: Conmemoración de santos Zacarías e Isabel, padres de san Juan Bautista, Precursor del Señor. Isabel, acogiendo en su casa a María, su pariente, llena del Espíritu Santo, saludó a la madre del Señor bendita entre las mujeres; Zacarías, sacerdoe, lleno de espíritu profético, cuando nació su hijo, alabó a Dios redentor y predijo el próximo suceso de Cristo, que llegaría de lo alto como el sol que surge.
Zacarías era esposo de santa Isabel y padre de san Juan Bautista. Fue sacerdote en tiempos de Herodes (36 y el 4 a. C). Estaba casado con Isabel también de estirpe sacerdotal, estaba adscrito al turno sacerdotal de Abías, concretamente a la octava “clase” de sacerdotes (1 Cro 24,10) que desempeñaban su servicio litúrgico en el templo. No vivía en Jerusalén, se piensa que vivía en la “montaña” de Judea, en un lugar que hoy se identifica como Ain Karem. Trabajaba probablemente en el campo y un par de días a la semana iba a Jerusalén, a atender sus funciones litúrgicas del templo.
Según refiere san Lucas (1, 5-26. 57-80): "eran ambos justos en la presencia de Dios". Zacarías ejercía sus funciones sacerdotales, cuando al llegar su turno se le apareció el ángel san Gabriel que le dijo: "tu plegaria ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz a un hijo al que pondrán por nombre Juan". Como no creyó en este hecho se quedó mudo hasta el nacimiento de Juan, entonces entonó un cántico profético el famoso "Benedictus".
La leyenda dice que lo hizo matar Herodes, durante una función litúrgica en el templo, al saber que su hijo había escapado a la matanza de los inocentes, pero en realidad no sabemos nada de su vida.
Isabel era prima de María, porque era sobrina de santa Ana. Madre de santa Juan Bautista. Esposa de san Zacarías. "Eran ambos justos en la presencia de Dios" nos cuenta san Lucas, al referirse a los dos esposos. Parece que era estéril y Dios para mostrar su fuerza, sobre lo que se consideraba la consecuencia de un pecado, envió al ángel Gabriel para que anunciara a Zacarías el nacimiento de su hijo Juan (Lc 1, 5-25).
Así Isabel atribuyó el logro del hijo deseado a la intervención directa de Dios y sintió que se le había borrado la vergüenza de su esterilidad entre sus gentes. Permaneció oculta en casa durante los primeros meses de embarazo. Y a los seis meses recibió la visita de María. El encuentro es descrito con Lucas con hondura religiosa. Por una parte, el niño Juan que está en el vientre de Isabel rendirá ahora el primer homenaje al niño Jesús que está en el vientre de María, empezando a saltar de alegría en su seno. Por otra, Isabel confesó a María bendita entre las mujeres y bienaventurada por su profunda fe, a la vez que reconoce también como bendito al fruto de su vientre. Y María respondió con el cántico del "Magníficat", y que ha dado lugar a la fiesta de la Visitación de Nuestra Señora (31 de Mayo).
Isabel y Zacarías son prototipos de israelitas justos, fieles a la Ley y a la Palabra de Dios, abiertos a la buena noticia de la salvación definitiva, que precisamente su hijo habría de preparar.
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