Martirologio Romano: En Madrid, España, santa María Soledad (Manuela) Torres Acosta, virgen, que desde su juventud demostró gran solicitud hacia los enfermos pobres, a los que atendió con total abnegación, especialmente al fundar la Congregación de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos.

Las penalidades y vaivenes internos y externos no arredraron, ni a su finura de espíritu ni a su frágil salud; el sacerdote que sustituyó al padre Miguel, en la dirección espiritual del joven Instituto la destituyó y nombró a otra superiora, con el resultado de hacer desaparecer casi la fundación; pero después de una investigación del obispo de Madrid, María Soledad volvió a ser nombrada superiora. Se destacó por su sencillez y gran caridad. Su frase favorita era: "Hijas mías, recurramos a la divina Providencia y seamos buenas religiosas, que Dios no nos faltará". Desde Chamberí, la primera casa, se multiplicaron las fundaciones, para desde ellas asistir a los enfermos en su mismo domicilio. Los primeros centros que se beneficiaron de su caridad fueron el hospital de San Francisco de Madrid, los de Getafe y Ciudad Rodrigo. La fundación de Chamberí será para ella una cruz, pues, cuando quiso construir una casa estable, ya que hasta entonces estaban en residencias inestables, firmó un contrato "en el que la engañan" y se vio endeudada de tal manera, que tuvo que solicitar limosna por toda España, durante dos interminables años. María Soledad, atendió a los apestados, besó las viruelas de una monja, hacía grandes mortificaciones y se enfadó dos veces en su vida, estas fueron la más graves críticas que recibió en su proceso de beatificación. Murió en Madrid llena de méritos, después de abrir 46 casas en España, Cuba y Puerto Rico. SS. Pablo VI la canonizó en 1970. En el calendario litúrgico de España tiene Memoria Litúrgica.
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