Martirologio Romano: Conmemoración de san Malco, monje, del que san Jerónimo expuso por escrito el testimonio de su ascesis y de su vida en Maronia, cerca de Antioquía.

La caravana en la que viajaba Malco fue atacada por los beduinos, entre Alepo y Edesa, y uno de los cabecillas lo tomó prisionero junto con una joven y condujo a ambos al corazón del desierto, más allá del Eufrates. Ahi Malco se vio obligado a pastorear los rebaños del beduino, cosa que no le desagradaba. El amo de Malco, que estaba muy satisfecho con él, decidió buscarle una compañera. Cuando el beduino ordenó a Malco que contrajese matrimonio con su compañera de cautiverio, éste se alarmó, dado que era monje y sabía que la joven era casada. Sin embargo, según parece, la joven no se oponía al proyecto. Pero cuando Malco declaró que estaba dispuesto a suicidarse antes que contraer matrimonio, la joven, herida en su amor propio, le dijo que no tenía el menor interés por él y que podían simplemente fingir que estaban casados para complacer a su amo. Así lo hicieron, por más que la situación no satisfizo del todo a ninguno de los dos. Malco confesó a Jerónimo: "Llegué a querer a esa mujer como a una hermana, pero sin poder tenerle la confianza que se tiene a una hermana."
Un día en que Malco le propuso a su compañera huir y así lo hicieron; después de un hecho milagroso consiguieron despistar a sus perseguidores.
Al cabo de diez días, llegaron a un campamento romano en Mesopotamia. El capitán, a quien refirieron su historia, los envió a Edesa. Malco retornó más tarde a su ermita de Calcidia y fue a terminar sus días en Maronia, donnde le conoció san Jerónimo. Su compañera de cautiverio no consiguió encontrar a su marido. Entonces, acordándose del amigo con el que había compartido tantas penas y que la había ayudado a escapar, fue a establecerse cerca de él, sin impedirle el servicio de Dios y de sus prójimos. Ambos murieron a edad muy avanzada.
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