Martirologio Romano: En Milán, de la Liguria, sepultura de san Sátiro, cuyos insignes méritos relata su hermano san Ambrosio de Milán. Cuando aún no estaba iniciado en los misterios cristianos, sufrió un naufragio sin temor a la muerte, pero, salvado de las aguas, entró en la Iglesia de Dios para no morir con las manos vacías. Unido en íntima y mutua fraternidad a su hermano Ambrosio, fue enterrado por el obispo de Milán junto al mártir san Víctor de Milán.

Ambrosio le hizo este elogio fúnebre: "¡Qué haré, ahora que he perdido toda la dulzura, todo el bienestar, toda la belleza de mi existencia! Tu solo eras mi conforto en la intimidad, y fuera de ésta, mi orgullo. Eras tu a decidir cuando debía deliberar; eras tu quien participaba en mis afanes, alejabas mis inquietudes, tirabas fuera mis penas. Tu eras el abogado de mis acciones, el defensor de mis intenciones. Y gracias a ti se podían aplicar mis inquietudes privadas y mis preocupaciones públicas... ¿Podría, quizás, no pensar en ti, no pensar sin llorar?". Está enterrado en la iglesia de San Sátiro de Milán.
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