Martirologio Romano: En Zaragoza, en Aragón, de España, san Pedro Arbués, presbítero y mártir, canónigo regular de la Orden de San Agustín, que dedicado en dicho reino a combatir supersticiones y herejías, fue asesinado ante el altar de la iglesia catedral a manos de algunos afectados por su oficio de inquisidor.

En 1474 fue nombrado canónigo de la metropolitana del Salvador, la Séo, en Zaragoza. Se resistió. Pero aceptó. Fue ordenado sacerdote y se hizo Canónigo Regular Agustino en 1476. Escogió como lema de su vida la caridad de Cristo. Fue un hombre humilde, abnegado, generoso, muy exigente consigo mismo, comprensivo con los demás. Entregó su tiempo por completo al estudio, al coro, a la beneficencia, a la formación de los que aspiran a servir en el Santuario. Dijo de sí mismo: "Debo convertirme de mal sacerdote en buen mártir".
Dentro de los extraños métodos y circunstancias de su época, defendió la fe con gran fortaleza como primer comisario de la Inquisición en Aragón (no se ha podido probar las acusaciones de crueldad que sobre él se han escrito; no se le puede probar ninguna condena a muerte y ninguna tortura). Más que juez, fue un padre bondadoso. Pero también supo obrar con rectitud, sin temor a los comentarios malévolos, a escándalos y viles amenazas. Los judaizantes juraron matarle: "Se impone matar al Inquisidor. Muerto, él, no osarán venir otros". Apuñalado en la catedral donde rezaba el Ave María, sobrevivió dos días a sus heridas. Después de perdonar a sus asesinos, repitió continuamente: "alabado sea Dios, que muero por Él". Fue canonizado en 1867 por el beato Pío IX.
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