29 de septiembre de 2014

Beato CARLOS DE BLOIS. (1316-1364).


Martirologio Romano: En Vannes, en el litoral de Bretaña Menor (hoy Francia), beato Carlos de Blois, varón piadoso, manso y humilde, duque de Bretaña, que pese a su deseo de ingresar en la Orden de Hermanos Menores, se sintió obligado a vindicar el principado en contra de un adversario y, hombre constante en las desgracias, sufrió larga cárcel, siendo asesinado en una batalla, junto al Aubray.

Carlos de Blois, Duque de Bretaña, era hijo de Guido de Chatillon y de Margarita de Valois, hermana del rey de Francia Felipe VI. A sus dotes físicas e intelectuales unía profundas virtudes cristianas: piedad, humildad y espíritu de sacrificio. En el 1341, se casó con Juana de Bretaña y reivindicó el ducado de su mujer contra Juan de Montfort, de manera que se desató una guerra civil. Esta guerra se inserta en la Guerra de los Cien años entre Inglaterra y Francia, pues cada una de las naciones optó por uno de los dos pretendientes. Carlos, leal caballero, se impuso el deber de combatir, aunque su índole lo hubiera llevado más bien a una vida de contemplación y de oración. 
En efecto escribía más tarde: “Mejor hubiera sido si yo fuera Hermano Menor, porque el pueblo de Bretaña no puede tener paz a causa de nuestras luchas y sin embargo yo no puedo hacer nada sin el consejo de los barones”. De 1341 a 1347 la guerra le fue favorable; en este período aportó para la iglesia de los franciscanos de Guingamp ornamentos suntuosos e hizo construir una capilla real dedicada al obispo San Luis de Anjou. En esta misma iglesia ingresó a la Tercera Orden Franciscana Seglar, esforzándose toda su vida en seguir la regla y espiritualidad franciscanas. 
En 1341, Carlos venció a Juan de Montfort y tomó la ciudad de Nantes, pero en la batalla de Roche-Derrien, en 1347, fue apresado por los ingleses que lo tuvieron encerrado, durante nueve años, en la Torre de Londres hasta que, en 1356, se firmó el armisticio. En aquellos años escribió la biografía de su Santo predilecto, san Ivo de Bretaña, cuya canonización había obtenido del Papa. 
Fue un hombre piadoso, afable y humilde; parece que dijo que hubiera deseado vivir en un convento franciscano, pero le tocó la guerra. En el cautiverio dio ejemplo de paciencia y de piedad. Ya como duque de Bretaña, hizo de su castillo refugio para los pobres y los necesitados. Fue gran amante de la Eucaristía y de la oración. Reanudada la guerra, cayó en batalla  de Auvray en el 1364. Su cuerpo revestido de cilicio y del hábito franciscano fue inhumado en la iglesia de los franciscanos de Guingamp. Su culto fue confirmado en 1904 por san Pío X.  

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