Soldado decapitado en Città di Castello ("Tiphernum"). Su existencia histórica es dudosa.
Según una tardía “passio” habría sido un soldado de la antigua Tifernum de donde habría huído; mató a un dragón que aterrorizaba la zona y después fue capturado por sus perseguidores y fue ejecutado.
San Marino "el Viejo". M. c. 305.
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ruinas de Tarso |
Martirologio Romano: En Tarso, de Cilicia, martirio de san Marino, anciano de Anazarbo, que, en tiempo del emperador Diocleciano y el prefecto Lysia, fue decapitado, y su cuerpo, por orden de dicho prefecto, arrojado para que lo devoraran las fieras.
Anciano natural de Anazarbo de Cilicia, mártir Tarso durante la persecución de Diocleciano, siendo prefecto Lisias, fue degollado, y su cuerpo, por mandato del prefecto, arrojado a las fieras para que lo devorasen.
Aunque el Martirologio Romano, simplificando un poco, señala que fue arrojado vivo a las fieras, los sinaxarios griegos precisan que su muerte fue seguida de un fuerte temporal que causó tal confusión que dos cristianos pudieron rescatar algunos restos del cuerpo del santo y esconderlos en una gruta. Fueron luego trasladados a una localidad a seis millas de Anazarbo.
San Severo de Vienne. M. d. 445.
Martirologio Romano: En Vienne, en la Galia Lugdunense, san Severo, presbítero.
Presbítero hindú que evangelizó la región de Vienne.
San Eusebio de Milán. M. 462.
Martirologio Romano: En Milán, en la provincia de Liguria, san Eusebio, obispo, que trabajó intensamente por la fe verdadera y reconstruyó la iglesia catedral destruida por los hunos.
Probablemente era griego; sucedió a san Lázaro en la sede de Milán la que gobernó durante 16 años. Ayudó al papa san León I Magno a reprimir la herejía de Eutiques; reconstruyó la catedral derribada por los hunos.
San Munmolo. M. 643/78.
Martirologio Romano: En Burdeos, de Aquitania, san Munmolo, abad del monasterio de Fleury.
Segundo abad benedictino de Fleury; quizás fue el que hizo trasladar en el 703 a Francia desde Montecasino, parte de las reliquias de san Benito y santa Escolástica, y por esto el monasterio comenzó a llamarse Saint-Benôit-sur-Loire. Según una noticia tardía, murió en la abadía de Sante Croix de Burdeos, donde su tumba atrajo a los peregrinos.
San Emiliano de Cízico. M. 820.

Obispo de Cízico, sucediendo al obispo Nicolás y fue famoso no sólo por su doctrina sino también por su bondad y misericordia. En el 815, participó en una reunión organizada por el emperador iconoclasta León el Isaurico sobre el culto de las imágines, durante la cual manifestó su fe, declarando con energia que el emperador era incompetente para juzgar tal materia: “Si el problema es eclesiástico, que se trate en la iglesia, según la costumbre, y no en el palacio imperial”. Por esta firmeza fue enviado al exilio donde murió. Es recordado como mártir y confesor.
San Famiano. (1090-1150).

Nació en Colonia, en el seno de una familia acomodada. A los 18 años recibió las órdenes menores, usando desde entonces una vestimenta adecuada al estado clerical, destacando una cruz que llevaba siempre pendiente del pecho. Inclinado a la piedad, empezó a disgustarle la mundanidad de las comodidades y agasajos por ello marchó en peregrinación a Roma y todos los santuarios de Italia, y Compostela, donde llegó en 1115.
Permaneció en Galicia varios años, recibiendo la formación espiritual de parte de un santo monje. Peregrinó a Tierra Santa, deteniéndose allí algún tiempo, para luego volver a Galicia. Vivió como ermitaño en San Placido a las orillas del Miño. La leyenda dice que en esta época tuvo grandes tentaciones diabólicas. Ingresó en los benedictinos de Oseira, que adoptaría los estatutos del Cister. El abad le mandó a una pequeña fundación que llevó a cabo en San Lorenzo de Melias, donde parece que vivió algunos años. Marchó de nuevo en peregrinación a Roma, donde tuvo la inspiración de dirigirse a Galesse, ciudad toscana, en el ducado de Florencia. Aquí murió a los 60 años de edad. En torno a su sepulcro se produjeron muchos milagros y su fama de santidad se extendió rápidamente. Patrón de Galesse.
Nació en Castellammare di Stabia (Nápoles). Sabemos que ingresó en los franciscanos y que marchó como misionero a Palestina, donde anunciaba con coraje públicamente el Evangelio, acusando de falsedad la religión musulmana. Naturalmente fue arrestado y durante su detención se buscó hacerlo apostatar con amenazas y promesas, pero todo resultó en vano. Parece que no fue torturado, como sucedió con otros mártires.
En Gaza sufrió en martirio, segado en dos partes. Su cuerpo fue quemado junto a su Breviario; los cuerpos de los mártires eran quemados para que no se crease un culto a las reliquias entre los cristianos, culto que los musulmanes veían como el humo en los ojos. Es recordado en el Martirologio Franciscano.
Juan Felton. Beato. M. 1570.

Nació en Bermondsey (Inglaterra), era padre del beato Tomás Felton; vivía en Southwark cuando llegó a Londres la bula con la que el papa san Pío V excomulgaba a la reina Isabel; Juan colocó una copia de esta bula en la puerta de la casa del obispo de Londres, se le pidió que huyera, pero él deseoso del martirio, se quedó en su casa esperando la detención.
Compareció ante el tribunal y reconoció haber fijado la bula papal y declaró que no reconocía la supremacía espiritual de la reina. No quiso pedirle perdón a la reina, porque estaba seguro de lo que había hecho. Fue condenado a muerte y como señal de que no guardaba rencor a la soberana le regaló un anillo suyo muy valioso. Fue ahorcado en el patio de la iglesia de San Pablo en Londres, y cuando todavía estaba vivo empezaron a descuartizarlo y ya le habían arrancado el corazón cuando todavía se le oyó invocar el nombre de Jesús. Estaba casado y su hija Francisca tuvo el valor de asistir al martirio de su padre. Juan fue beatificado por el decreto de 1886, aunque no nominalmente por León XIII, que confirmó su culto.
San Pablo Ke Tingzhu. M. 1900.

Nació en Tsi Siao Tchu, China. Era responsable del grupo de cristianos de su pueblo y trabajaba como campesino. Estaba pacíficamente trabajando en el campo, cuando los bóxers fueron a buscarlo. Los trabajadores que estaban con él le dijeron a los bóxers, que no lo mataran que ya no sería cristiano, pero él manifestó que no estaba dispuesto a apostatar. Entonces le ataron a un árbol y le fueron cortando los miembros hasta que murió. Tenía 61 años. Fue canonizado el 1 de octubre del año 2000 por el papa Juan Pablo II.
Antero Mateo García. Beato. (1875-1936).

En julio de 1936 sometieron su hogar a un registro. El 6 de agosto se desplazó a la estación barcelonesa de Francia para esperar a su esposa y a la hija Carmelita que llegaban de Valencia con otras religiosas más; lo detuvieron, aunque sus familiares lograron la libertad al cabo de unas horas. Recibió orden de incorporarse a su trabajo habitual en la estación de ferrocarril, llamada del Norte, pero el 8 de agosto no regresó ya al hogar. Al anochecer, un grupo de milicianos lo sacó violentamente de la dependencia donde prestaba servicio y lo condujo hacia Sant Andreu de Palomar (Barcelona) y, bajo el puente denominado del "Dragón", fue martirizado, a los 61 años cumplidos. Fue beatificado por SS Benedicto XVI el 27 de octubre de 2007.
Felipe José (Pedro Juan Álvarez Pérez). Beato. (1914-1936).
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Testigos afirman que cuando fue detenido con los demás Hermanos para ser llevado a la cárcel, sin previo juicio alguno, al pasar delante de la habitación donde se hallaba expuesta la imagen de la “visita domiciliaria” de la Santísima Virgen, entró, se postró de rodillas. No quiso separarse de sus Hermanos cuando los llevaban al martirio.
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