Cristóbal: Que lleva a Cristo.
Agustín: Habitante de Augusta. El que aumenta la ciudad alta. Consagrado por los augures.
Martirologio Romano: En la ciudad de Catatlán, en el territorio de Guadalajara en México, santos Cristóbal Magallanes Jara y Agustin Caloca Cortés, presbíteros y mártires, que durante la persecución mexicana, confiando valerosamente en Cristo Rey, obtuvieron la corona del martirio.
Cristóbal Magallanes (1869 - 1927). Nació en el rancho de la Sementera de Totatiche (Jalisco-Méjico). En el seno de una familia humilde y campesina; hasta los 19 años estuvo dedicado al trabajo en el campo. En 1888 ingresó en el seminario de Guadalajara, gracias a la protección de un sacerdote, donde se distinguió por su piedad, honradez y aplicación. En 1899 fue ordenado sacerdote en la iglesia de Santa Teresa de Guadalajara. Sacerdote de gran fe, prudente director de sus hermanos sacerdotes y pastor lleno de celo, que se entregó a la promoción humana de sus feligreses, como capellán y subdirector de la Escuela de Artes y oficios del Espíritu Santo de Guadalajara. Misionero entre los indígenas huicholes y ferviente propagador del rosario y levantó el santuario de la Virgen del Refugio. No aprobó el recurso de las armas y así lo dijo en la revista "El Rosario" que él editó. El resto de su vida lo pasó como párroco de su pueblo natal, donde estuvo 21 años donde costeó la construcción de la presa de La Candelaria para favorecer de regadío las tierras de los pobres, a los cuales procuró que se les hiciera reparto de tierras de labor. Cuando el gobierno mejicano cerró el seminario de Guadalajara, se ofreció para fundar en su parroquia un seminario.
Cuando el padre Cristóbal se disponía a celebrar una fiesta religiosa en un rancho, se inició una revuelta, en la que estaban implicadas las fuerzas federales mandadas por el general Goñi. No pudo huir y fue conducido a la cárcel de Totatiche, donde se encontró con su vicario el padre Agustín Caloca. Fue fusilado en Colotlan. Frente al verdugo confortó a su compañero san Agustín Caloca diciéndole: "Tranquilízate hijo, solo un momento y después el cielo". Se dieron la absolución sacramental el uno al otro y luego fueron llevados al paredón. Luego dirigiéndose a la tropa, exclamó: "Yo muero inocente, y pido a Dios que mi sangre sirva para la unión de mis hermanos mejicanos".
Agustín Caloca (1898 - 1927). Nació en San Juan Bautista del Teúl, Zacatecas (Méjico) en 1898. Fue uno de los alumnos de origen campesino que se benefició de seminario de Totatiche, fundado por el padre Cristóbal Magallanes. Allí estudio Latín y Filosofía, y luego pasó al seminario mayor de Guadalajara. En 1923 fue ordenado sacerdote. Fue modelo de pureza sacerdotal. Vicepárroco en Totatiche, donde trabajó como educador en el seminario menor, a la vez que ayudaba como vicario coadjutor al párroco san Cristobal Magallanes en los ranchos de las afueras, organizó una semana social y estableció varios centros para la catequesis. Siempre se mostró amable, social y alegre, y se esforzó en hacer el bien a todos.
Fue hecho prisionero después de ayudar a escapar a los seminaristas y conducido a la misma prisión donde se encontraba su párroco Cristóbal Magallanes Jara. Los dos sacerdotes contaban con la garantía del general Goñi de defender sus vidas. Ordenó trasladarlos a Colotlan. En atención de su juventud, le ofrecieron su libertad pero no aceptó si no se la ofrecían también a su párroco. Ante el pelotón de ejecución exclamó: "Por Dios vivimos y por Él vivimos". Fueron canonizados por san Juan Pablo II el 21 de mayo de 2000.
Cristóbal Magallanes (1869 - 1927). Nació en el rancho de la Sementera de Totatiche (Jalisco-Méjico). En el seno de una familia humilde y campesina; hasta los 19 años estuvo dedicado al trabajo en el campo. En 1888 ingresó en el seminario de Guadalajara, gracias a la protección de un sacerdote, donde se distinguió por su piedad, honradez y aplicación. En 1899 fue ordenado sacerdote en la iglesia de Santa Teresa de Guadalajara. Sacerdote de gran fe, prudente director de sus hermanos sacerdotes y pastor lleno de celo, que se entregó a la promoción humana de sus feligreses, como capellán y subdirector de la Escuela de Artes y oficios del Espíritu Santo de Guadalajara. Misionero entre los indígenas huicholes y ferviente propagador del rosario y levantó el santuario de la Virgen del Refugio. No aprobó el recurso de las armas y así lo dijo en la revista "El Rosario" que él editó. El resto de su vida lo pasó como párroco de su pueblo natal, donde estuvo 21 años donde costeó la construcción de la presa de La Candelaria para favorecer de regadío las tierras de los pobres, a los cuales procuró que se les hiciera reparto de tierras de labor. Cuando el gobierno mejicano cerró el seminario de Guadalajara, se ofreció para fundar en su parroquia un seminario.
Cuando el padre Cristóbal se disponía a celebrar una fiesta religiosa en un rancho, se inició una revuelta, en la que estaban implicadas las fuerzas federales mandadas por el general Goñi. No pudo huir y fue conducido a la cárcel de Totatiche, donde se encontró con su vicario el padre Agustín Caloca. Fue fusilado en Colotlan. Frente al verdugo confortó a su compañero san Agustín Caloca diciéndole: "Tranquilízate hijo, solo un momento y después el cielo". Se dieron la absolución sacramental el uno al otro y luego fueron llevados al paredón. Luego dirigiéndose a la tropa, exclamó: "Yo muero inocente, y pido a Dios que mi sangre sirva para la unión de mis hermanos mejicanos".
Agustín Caloca (1898 - 1927). Nació en San Juan Bautista del Teúl, Zacatecas (Méjico) en 1898. Fue uno de los alumnos de origen campesino que se benefició de seminario de Totatiche, fundado por el padre Cristóbal Magallanes. Allí estudio Latín y Filosofía, y luego pasó al seminario mayor de Guadalajara. En 1923 fue ordenado sacerdote. Fue modelo de pureza sacerdotal. Vicepárroco en Totatiche, donde trabajó como educador en el seminario menor, a la vez que ayudaba como vicario coadjutor al párroco san Cristobal Magallanes en los ranchos de las afueras, organizó una semana social y estableció varios centros para la catequesis. Siempre se mostró amable, social y alegre, y se esforzó en hacer el bien a todos.
Fue hecho prisionero después de ayudar a escapar a los seminaristas y conducido a la misma prisión donde se encontraba su párroco Cristóbal Magallanes Jara. Los dos sacerdotes contaban con la garantía del general Goñi de defender sus vidas. Ordenó trasladarlos a Colotlan. En atención de su juventud, le ofrecieron su libertad pero no aceptó si no se la ofrecían también a su párroco. Ante el pelotón de ejecución exclamó: "Por Dios vivimos y por Él vivimos". Fueron canonizados por san Juan Pablo II el 21 de mayo de 2000.
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