Piedra firme. Roca.
Martirologio Romano: En el monasterio de Cava dei Tirreni, en la Campania, san Pedro, que, habiendo seguido desde su juventud vida eremítica, fue elegido obispo de Policastro, pero cansado del clamor de la vida mundana, regresó al monasterio, donde, constituido abad, restableció admirablemente la disciplina.
Nació en Salerno. Era sobrino de san Alferio, fundador del monasterio de Cava. Ingresó en la vida religiosa a muy temprana edad, bajo la dirección de san León I de Cava, el segundo abad. Pronto se distinguió por su piedad, sus abstinencias y su amor a la soledad.
Hacia el 1062, fue enviado a Cluny. Los monjes de Cluny intentaron enviarle a la escuela, pero el abad san Hugo de Cluny les dijo que, a pesar de su poca edad, Pedro era ya maduro en las cosas de Dios. Pronto se confirmó esa opinión, pues, Pedro no desentonaba en aquel convento de santos monjes, en el que permaneció seis años, al cabo de los cuales fue llamado a Italia.
Hacia el 1062, fue enviado a Cluny. Los monjes de Cluny intentaron enviarle a la escuela, pero el abad san Hugo de Cluny les dijo que, a pesar de su poca edad, Pedro era ya maduro en las cosas de Dios. Pronto se confirmó esa opinión, pues, Pedro no desentonaba en aquel convento de santos monjes, en el que permaneció seis años, al cabo de los cuales fue llamado a Italia.
San Hugo le permitió partir, gracias a la intercesión del archidiácono de Roma, Hildebrando, que más tarde sería el papa san Gregorio VII. San Pedro fue el primer obispo de Policastro (1079), pero, como no se sintiese llamado por Dios al vértigo de obligaciones mundanas que le imponía su cargo, obtuvo licencia de renunciar a él y retirarse a Cava, donde san León le nombró abad-coadjutor y, un año después, le sucedió en el gobierno de la abadía. Fue demasiado severo y, a causa de las protestas de su comunidad, se retiró a otra casa. Después de un tiempo fue llamado de nuevo a La Cava y, bajo su dirección más paternal, la abadía prosperó muchísimo. Se dice que concedió el hábito a más de 3.000 monjes. San Pedro murió a edad muy avanzada. Cuando murió, La Cava era el centro de 29 abadías, 90 prioratos y más de 340 celdas. Su culto fue confirmado por León XIII el 21 de diciembre de 1893.
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