Martirologio Romano: En Roma, en el monasterio de San Cesareo, san Sabas, monje, llamado el Joven, que junto con su hermano san Macario difundió la vida cenobítica por Calabria y Lucania, en tiempo de la devastación causada por los sarracenos.
Ruinas del monasterio de S. Felipe de Agira en Sicilia |
Hacia el 940 Cristóbal, Macario y Sabas, huyendo de la invasión sarracena y de una hambruna que asolaba la región, marcharon a Calabria, y allí se establecieron en Monte Mercurio, donde florecían las comunidades monásticas de rito bizantino. Allí construyeron una iglesia en honor de San MIguel y una laura (claustro) donde llevaron la vida monástica.
Más tarde Cristóbal viajó a Roma y confió la dirección del monasterio a Sabas. Una incursión sarracena en 952 les obligó a huir hacia el Valle del Sinni, donde se asentaron en una región de rito latino. Allí, sobre las ruinas de un monasterio dedicado a san Lorenzo, fundaron una laura dedicada al santo. Sabas dejó la dirección del monasterio a san Macario y se retiraba cinco días a la semana como ermitaño, de donde sólo volvía para la vigilia del domingo y la liturgia dominical. Poco tiempo después murió Cristóbal.
Hacia el 982, Sabas emprendió junto con otro monje de nombre Nicetas una peregrinación a Roma. Luego fundó el monasterio de San Felipe, en Lagonegro (Basilicata), y más tarde se retiró como ermitaño a los bosques de Salerno. Allí el Príncipe de Salerno y Mamon III, duque de Amalfi, requirieron su ayuda para que acompañara al arzobispo Juan de Piacenza en una embajada ante Oton II, quien tenía rehenes a los hijos del príncipe. Sabas emprendió entonces un nuevo viaje a Roma, donde obtuvo la liberación de los rehenes. Murió poco tiempo después, en Roma. Su vida fue narrada por Orestes, Patriarca de Jerusalén, pocos años más tarde. Tiene culto local.
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