Corona. Coronado de laurel, victorioso.
Nació en Thiers (Auvernia); era hijo del vizconde feudal del lugar; a los 12 años acompañó a su padre en peregrinación a la tumba de san Nicolás de Bari; enfermó en Benevento, y allí se quedó y fue educado por el arzobispo san Milón. Allí pasó 12 años, donde conoció a un grupo de eremitas calabreses. Impresionado por su ejemplo, decidió imitarlos, hizo aprobar su proyecto por el papa Alejandro II y pasó con ellos otros cuatro años.
A su regreso a Francia, fundó en Muret (cercano a Limoges) una congregación de monjes-anacoretas sobre el modelo que había conocido en Calabria: con una ceremonia, escribió un documento en el que declaraba que renunciaba al demonio y se consagraba a la Santísima Trinidad y metió el dedo en un anillo, único bien material que le quedaba de su patrimonio. Sus penitencias y austeridades fueron muchas, típicas de los ascetas de la época. Transcurría el día recitando salmos y el Oficio de la Santísima Trinidad, además coloquiaba con los numerosos visitantes que iban a pedirle consejo. A su alrededor se le unieron muchos discípulos, atraídos por su austeridad de vida. La gobernó durante 46 años, aunque parece que no fue nunca monje.
Hacia el final de su vida, recibió la visita de dos cardenales, Legados pontificios en Limoges, y que luego serían los papas Inocencio II y Anacleto II. Murió con casi 80 años, después de recibir los sacramentos; en el se encuentra la inspiración del eremitismo gregoriano, hecho de oración, rechazo de cualquier riqueza y trabajo manual; en contraste con la normativa de los monasterios benedictinos tradicionales. Después de su muerte la comunidad, se engrandeció, se trasladaron a Grandmont, de donde deriva el nombre de "grandmontines" y tuvieron mucha difusión hasta que, por falta de vocaciones, fue suprimida entre el 1770 y el 1787. El rey Enrique II de Inglaterra fue bienhechor de Grandmont, y a petición suya, el papa Clemente III canonizó a san Esteban en 1189.
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