Desde la época de los Apóstoles, la Preciosa Sangre del Señor ha sido símbolo de la Redención. Aunque la devoción particular a la Preciosa Sangre se debe, sobre todo, a la iniciativa de San Gaspar del Búfalo, ya desde mucho antes se practicaba dicha devoción en varias Iglesias.
La extraordinaria importancia de la Sangre salvadora ha hecho que su memoria tenga un lugar central y esencial en la celebración del misterio del culto: ante todo en el centro mismo de la asamblea eucarística, en la que la Iglesia eleva a Dios Padre, en acción de gracias, el “cáliz de la bendición” (1 Cor 10,16) y lo ofrece a los fieles como sacramento de verdadera y real “comunión con la sangre de Cristo” (1 Cor 10,16), y también en el curso del Año Litúrgico.
Jesús, en la Última Cena, le atribuye a su preciosa Sangre el mismo poder dador de vida que corresponde a su Carne.
Los Apóstoles, San Pedro (1 Ped. 1,2.19), San Juan (1 Jn. 1.7; Ap. 1,5 etc.), y sobre todo San Pablo ( Rom. 3,25; Ef. 1,7; Heb. 9,10) la consideran como sinónimo con Pasión y Muerte de Jesús, la fuente de redención. La Preciosa Sangre es por tanto una parte de la sagrada humanidad y está hipostáticamente unida a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Vista como una parte de la Sacra Humanidad hipostáticamente unida al Verbo, la Preciosa Sangre merece culto de latría o adoración.
HISTORIA DEL CULTO Y DEVOCIÓN:
Como señala Faber, las vidas de los santos están repletas con la devoción a la Preciosa Sangre. En el debido transcurso del tiempo la Iglesia dio forma y sanción a la devoción, mediante la aprobación de sociedades como los Misioneros de la Preciosa Sangre de san Gaspar del Búfalo; enriqueciendo confraternidades como la de San Nicolás in Carcere, en Roma, y la del Oratorio de Londres; atribuyendo indulgencias a oraciones y escapularios en honor de la Preciosa Sangre; y estableciendo fiestas conmemorativas de la Preciosa Sangre.
En 1582, se concedió a la arquidiócesis de Valencia, España, el rezo de un oficio “de la Sangre de Cristo”; la diócesis de Sarzana, en la Toscana, obtuvo la misma gracia en 1747. A principios del siglo XIX, se concedió a la congregación de San Gaspar el privilegio de celebrar la fiesta de la Preciosa Sangre.
En 1822, san Gaspar del Búfalo, fundador de la Congregación de la Preciosísima Sangre, presentó una instancia ante la Santa Sede para obtener el «Nihil obstat» para la celebración de la festividad de la Preciosísima Sangre. La Sagrada Congregación de Ritos Religiosos, les concedió que se celebrase el primer Domingo de julio, pero solamente en el interior de la Congregación de san Gaspar.
Cuando Pío IX fue exiliado a Gaeta (1849) tenía como su compañero el santo Don Giovanni Merlini, tercer superior general de los Padres de la Preciosísima Sangre. Al llegar a Gaeta, Merlini le sugirió a Su Santidad que hiciera un voto de que si el volvía a obtener la posesión de los dominios papales, extendería la fiesta de la Preciosa Sangre a toda la Iglesia.
El Papa consideró el asunto, pero pocos días después envió a su prelado doméstico José Stella a Merlini con el mensaje: “El Papa no considera oportuno obligarse por un voto, sino que Su Santidad se complace en extender la fiesta inmediatamente a toda la cristiandad”. Esto fue el 30 de junio 1849, día en que los franceses conquistaron a Roma y los republicanos capitularon.
El 30 de junio había sido un sábado antes del primer domingo de julio, por lo cual el Papa decretó (10 de agosto de 1849) que en adelante cada primer domingo de julio debe estar dedicado a la Preciosísima Sangre.
Pío XI la elevó al al rango de doble de la clase en 1934, en recuerdo del XIX centenario de la de la muerte del Salvador.
En el año 1960 dispuso Juan XXIII introducir en las letanías de la Bendición eucarística la alabanza: «Bendita sea su Preciosísima Sangre».
Pablo VI unió esta fiesta a la del Corpus Christi, creando un descontento entre los devotos e Institutos religiosos dedicado a la Sangre de Cristo. El Santo Padre reunió en una audiencia a los devotos y religiosos, para explicarles el significado de esta unión de las dos fiestas, y además especificó que con ello no tenía la intención de minusvalorar la devoción a la Sangre de Cristo, por ello concedió el derecho de celebrarla el 1 de julio con liturgia de Solemnidad.
En algunos lugares y Calendarios, la fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo se celebra el 1 de Julio, pues: en ella se recuerdan los títulos del Redentor, afirma el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia.
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