(it.: Conone (Cuono) e Conello).
Polvo, ceniza. Alto.
Padre e hijo que murieron mártires, en Iconio de Licaonia, durante la persecución de Aureliano. El hijo tenía solamente 12 años. Conón era viudo y entregó al servicio de la Iglesia a su hijo. Durante la persecución, fueron de los primeros cristianos arrestados. Fueron asados a fuego lento y luego torturados hasta la muerte.
La leyenda dice que Conón era un ingeniero hidráulico, hombre con bienes de fortuna en su ciudad de Iconio en Isauria, pequeña región de Asia Menor. Era cristiano, como la mayor parte de los habitantes de la zona en donde el cristianismo se había difundido muchísimo por la predicación de san Pablo.
Conón se casó con una mujer cuyo nombre no nos ha llegado; de ella solamente se sabe que murió prematuramente. Conón, viudo, quiso ser monje, lo que significaba en aquella época vivir en solitario. Los monjes eran muy apreciados, tanto que eran llamados para resolver litigios dentro de la comunidad.
De su hijo Conón o Conelo sabemos que era un muchacho que siguió a su padre en todas sus decisiones, como en la monástica; fue diácono de la comunidad cristiana de Iconio y era un joven muy dedicado y era tenido en gran aprecio por la gente.
En aquel tiempo, el prefecto Domiciano, tuvo varios desencuentros con Conón y su hijo. Contra ellos se hizo un proceso por haber obrado el “milagro del agua” que en realidad había sido un trabajo de irrigación en aquellas tierras palúdicas. En el proceso sufrieron torturas y ellos afrontaron con gran coraje la muerte.
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