Habitante de Augusta. El que aumenta la ciudad alta. Consagrado por los augures.
Nació en Majae, cerca de Gwangju, en el distrito de Gyeonggi (actualmente en Neugnae-ri, Joan-myeon, Namyangju-si, Gyeonggi-do), en el seno de una intelectuales muy conocidos. Conoció el catolicismo gracias a su hermano mayor; después de su bautismo también ejerció el apostolado entre su familia, y así logró la conversión de su segunda mujer: Cecilia Yu So-sa, sus hijos: Carlos Jeong Cheol-sang, Pablo Jeong Ha-sang [Chong Hasang] e Isabel Jeong Jeong-hye [Chong Chong-hye].
Para poder practicar mejor el cristianismo, se trasladó a Bunwon (actualmente Bunwon-ri, Namjong-myeon, Gwangju-si, Gyeonggi-do). En aquella época, mientras sus hermanos comenzaron a alejarse más de la Iglesia, él vivía con más intensidad su fe: se reunía frecuentemente con otros fieles de las aldeas cercanas y muchas reuniones se celebraron en su casa. Al final del 1794, llegó a Corea, clandestinamente, el misionero chino, el beato padre Jacobo Zhou Wen-mo, por lo que Agustín viajaba a Seúl para profundizar más en su fe. Gracias a las enseñanzas del padre Jacobo, Agustín escribió «Jugyo-yoji» (un Catecismo en coreano), que tuvo gran difusión entre los cristianos coreanos. Nuestro misionero fundó en Myeongdohoe, una comunidad de creyentes y nombró presidente a Agustín que, junto al beato Juan Choe Chang-hyeon, ayudó a muchos fieles en sus formación religiosa, entre ellos el beato Pablo Yi Guk-seung.
Cuando comenzó la persecución contra los cristianos, en el 1800, se trasladó con su familia a vivir a Seúl. Al año siguiente, con la persecución Shinyu, toda la Iglesia católica de Corea sufrió sus desmanes. Agustín fue detenido por orden de la Corte real, y sus libros fueron prohibidos.
Fue arrestado en 1801, y por lo cual fue interrogado y torturado, pero determinado a morir en nombre de Dios, no cedió a ninguna tentación. No delató a nadie y procuró convencer, a sus torturadores, de las verdades del cristianismo. Sus enemigos, hicieron todo lo posible para que cediera, pero quedaban confusos con la nueva doctrina. Al final la Corte aprobó su condena a muerte por decapitación, promulgada por el Ministerio de Justicia, y así, 15 día después de su arresto, fue conducido a la Pequeña Puerta Occidental de Seúl, para ser ajusticiado.
Cuando llegó al lugar de su ejecución nuestro mártir, mirando a todos los presentes, les dijo en voz alta: “Hermanos y hermanas, no os burleis. Nosotros creemos que morir por Dios es algo natural para todas las personas que vienen al mundo. En el día del juicio final, nuestras lágrimas si transformarán en pura beatitud y vuestras risas se transformaran en un profundo dolo. Agustín, que tenía 41 años, entregó su espíritu diciendo : “Mejor morir mirando hacia el Cielo, que vivir mirando a la tierra”.
Sus familiares, después que se les privase de sus bienes, también murieron mártires: su hijo Carlos Jeong Cheol-sang, el 14 de mayo de 1801; su mujer Cecilia Yu So-sa, el 23 de noviembre de 1839; sus otros dos hijos, Pablo Jeong Ha-sang e Isabel Jeong Jeong-hye, el 22 septiembre y el 29 diciembre 1839, respectivamente. Estos tres últimos fueron canonizados por Juan Pablo II. Agustín Jeong Yak-jong y Carlos Jeong Cheol-sang, en cambio, forman parte del grupo capitaneado por Pablo Yun Ji-chung y beatificados por el papa Francisco el 16 de agosto de 2014.
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