Martirologio
Romano: En
Turín, en el Piamonte, beato Francisco Faá di Bruno, presbítero,
que unió la ciencia de las matemáticas y de la física con la
práctica de las obras de caridad.
Nació
en Alessandría (Piamonte) en el seno de una familia noble y
acomodada; su padre era marqués de Bruno, conde de Carentino y señor
de Fontanile. En 1836, ingresó en el colegio Novi Ligue dirigido por
los somascos. A los 15 años decidió hacerse militar en Turín y
llegó a ser capitán del Estado Mayor. Tomo parte en las guerras
para la independencia de Italia de 1848 y 1849. Su crédito era tal
que el rey Víctor Manuel II pensó en confiarle la educación de los
príncipes Humberto y Amadeo. Él prefirió completar estudios de
Matemáticas y Física en París; aquí se adhirió a las primeras
“Conferencias de San Vicente de Paúl” fundadas por san Federico
Ozanam, a quién conoció personalmente; a su difusión se dedicó a
su regreso al reino de Cerdeña. Volvió a Turín en 1852. Fue
demasiada clara su adhesión al catolicismo para que los elementos
liberales y sectarios del entorno regio permitieran que se encargara
de la educación de los príncipes. Francisco, en vista de lo cual,
dejó en 1853 el ejército, por no batirse en duelo con un oficial
que le había ofendido, y por su clara oposición a la masonería.
Para sus compañeros militares editará el “Manual
del soldado cristiano”
que fue muy difundida. En 1854, apasionado por la música, publicó
“La Lira
católica”,
una recopilación de cánticos sagrados populares; volvió a la
Sorbona de París a doctorarse en Matemáticas y Astronomía: al
pasar por el Piamonte, entregó “El
gentilhombre”
calendario que utilizaron los labriegos de la zona.
En
1855 estudió y trabajó en el Observatorio nacional francés,
trabajando con el renombrado Urbain Le Verrier. En contacto con la
cultura francesa, decidió dedicarse a la demostración de la armonía
existente entre ciencia y fe. En 1856, preocupado por la enfermedad
de los ojos de su hermana María, inventó y fabricó un escritorio
para ciegos, que elogiaron muchas academias y que sirvió de gran
ayuda para los invidentes y luego publicó una apreciable serie de
obras científicas.
Perdió
las elecciones cuando se presentó al parlamento, en 1857, por el
Partido Conservador Católico. Inició su etapa de profesor en la
universidad turinesa y en la Escuela de Aplicación del Estado Mayor.
Sus actividades científicas y docentes no le apartaron del
compromiso cristiano con obras de asistencia social, como unos
hornillos económicos para los trabajadores, que eran unas cocinas,
donde se preparaban y vendían comidas calientes muy baratas; pero no
gratuitas. En 1859 fundó la Obra Pía de Santa Zita para las chicas
del servicio doméstico en la zona de mala fama Borgo San Donato.
Abrió también diferentes pensionados para ancianos y ancianas, para
señoras enfermas y convalecientes y para sacerdotes ancianos o
reducidos a la miseria por las leyes estatales de confiscación, sin
indemnización, de las leyes estatales. Por iniciativa suya (y san
Juan Bosco, aceptó la vicepresidencia) surgió, por primera vez en
Italia, la Obra para la santificación de las fiestas, para defender
a los trabajadores del trabajo dominical, al que estaban obligados
por el despiadado capitalismo naciente. En 1860, fundó, incluyéndola
en la Obra de Santa Zita, la Clase de las Clarinas, para muchachas de
condición humilde afectadas de minusvalías y que tanto bien están
haciendo. También fundó la Enfermería de San José, para mujeres
pobres y enfermas, sobre todo para las convalecientes. En 1862, fundó
el Pensionado-hospicio para mujeres ancianas e inválidas. Dio vida a
un Liceo, que luchaba por la contribución de los católicos por una
escuela libre. Hizo otras muchas fundaciones: La Biblioteca Mutua
Ambulante, para promover la lectura de libros científicos; la
Escuela de Educandas, para la formación profesional de jóvenes
pobres; la Escuela de Alumnas Maestras e Institutrices.
La
impresión que le produjo la muerte de tantos jóvenes que morían en
batalla, sin estar preparados, le hizo contruir en 1867 la iglesia de
Nuestra Señora del Sufragio. En estas obras empleó gran parte de su
capital. Fundó para ello, junto con Giovanna Gonella, la
Congregación de Religiosas Mínimas de Nuestra Señora del Sufragio,
que no pudo ver su consolidación, porque tuvo divergencias con el
arzobispo de Turín, que se negaba a la aprobación, por parecerle
que la fundación quedaba sustraída a su autoridad directa. En 1871,
fue nombrado profesor numerario de Analítica matemática y
geométrico de la Universidad de Turín, pero siempre le fue negada
la cátedra por su fidelidad al Papa. En 1872, publicó “Pequeño
homenaje de la ciencia a la Divina Eucaristía”,
un ensayo en el que intentaba acercar la ciencia con la fe. En 1874,
compró la propiedad y dirección del periódico “El
Corazón de
María”, que
alcanzó gran difusión nacional. Asumió también la dirección del
Museo de las Misiones Católicas.
A
los 51 años (1876) fue ordenado sacerdote por consejo de don Bosco y
del papa el beato Pío IX. En 1876, tuvo problemas con el arzobispo
Lorenzo Gastaldi sobre el camino a seguir, pero la ayuda del Papa, le
ayudó a continuar, pero nunca se opuso a su obispo. Murió a causa
de una infección intestinal en Turín. Fue
beatificado por el papa Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.
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