(Engelmarus. al.: Engelmar).

Pronto tuvo el aprecio y el cariño de todos, pero la gran veneración de la que fue objeto y su misma virtud suscitaron la envidia de uno que desde hacía algún tiempo se había asociado a él, haciendo creer que quería vivir bajo su dirección su dura existencia y en una noche lo asesinó bárbaramente, escodiendo su cuerpo bajo la nieve y abandonó el lugar. Según otra tradición fue asesinado por un visitante que esperaba encontrar un tesoro, pero no encontró nada porque el buen ermitaño distribuía a los pobres todas las ofrendas que recibía.
Su cuerpo fue descubierto unos meses después cuando la nieve se derritió y sus restos fueron encontrados por un sacerdote que lo sepultó. La leyenda cuenta que del cadaver del ermitaño se irradió un rayo de luz. En el 1331 los premostratenses de Windberg trasladaron sus restos a su iglesia donde se encuentran ahora.
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