7 de diciembre de 2014

San AMBROSIO DE MILÁN. (c.339 - 397). Doctor y Padre de la Iglesia.


Martirologio Romano: Memoria de san Ambrosio, obispo de Milán y doctor de la Iglesia, que se durmió en el Señor el 4 de Abril, pero es venerado particularmente en este día, en el cual recibió, todavía catecúmeno, el episcopado de esta célebre sede, mientras era prefecto de la ciudad. Verdadero pastor y maestro de los fieles, estuvo lleno de caridad hacia todos, defendió hasta la extenuación la libertad de la Iglesia y la recta doctrina de la fe contra el arrianismo e instruyó en la devoción al pueblo con comentarios e himnos para el canto


Nació en Tréveris o en las Galias. Su padre era prefecto de las Galias, después de la muerte de su padre, la familia volvió a Roma. Hermano de santa Marcelina (que será virgen consagrada por el papa san Liberio) y san Sátiro. Ambrosio estudió Derecho y Retórica y siguió la carrera jurídica. En el 373 fue nombrado prefecto consular de las ciudades de Liguria y Emilia. En el año 374, se encontraba en Milán, cuando el obispo Auxencio murió, y como buen funcionario imperial, intentó evitar los desordenes que se producían cuando la elección de un prelado, ya que Auxencio era arriano, y el pueblo quería volver a la fe nicena. Habló con tanta prudencia y sabiduría que a petición unánime de la comunidad cristiana, fue elegido para este cargo. Estaba tan asustado que proclamó su indignidad, se confesó pecador e intentó incluso de huir, pero todo fue inútil."Alejado de los tribunales y de la administración pública -dirá el nuevo obispo- para pasar al episcopado, he tenido que comenzar a enseñar aquello que jamás había aprendido".
Fue ordenado sacerdote el 7 de Diciembre del 374 (el día en que se celebra su fiesta). Dejó su carrera de Derecho y sus cargos de gobernador civil de la alta Italia y prefecto de Milán, para servir a la Iglesia como obispo de Milán, teniendo en cuenta que para ello tuvo que bautizarse, ya que era catecúmeno. 
Después de asimilar la teología escriturística, la tradición de la Iglesia y de los Santos Padres, bajo la dirección del erudito san Simpliciano: será su acción apostólica la que asombrará al mundo. Como obispo y consejero de emperadores (Valentiniano y Teodosio), defendió la fe con una energía inflexible ante paganos y herejes, salvaguardó los derechos de la Iglesia ante las intromisiones del poder y se enfrentó al emperador Teodosio exigiéndole penitencia pública por la bárbara matanza de Tesalónica antes de admitirle en el templo. 
Fue apóstol de la caridad, distribuyó su patrimonio entre los pobres: "más vale salvar a las almas que conservar el dinero". "La Iglesia nunca gana cuando falta la caridad". Fue reformador litúrgico (con sus himnos y sus sermones sacramentales como medio de catequesis); reformador de almas; promotor y defensor (contra el hereje Joviniano) de la virginidad: "Siempre ha sido propio de la gracia sacerdotal echar la simiente de la castidad y excitar el amor de la Virginidad" y con ello daba un nuevo status de libertad a la mujer. También fue comentarista de las Escrituras (especialmente de los textos del Antiguo Testamento y del evangelio de Lucas), en su célebre obra el “Hexamerón”. Encontró las tumbas de santos Gervasio y Protasio, así como de Nazario y Celso. Mantuvo conversaciones con san Delfín y bautizó a san Agustín, a su hijo Adeodato y a san Alipio; consagró obispo a san Paulino de Nola. Dejó una huella indeleble en la Iglesia de Milán. Construyó dos basílicas, añadidas a las seis existentes, y dio origen a lo que luego fue llamado rito ambrosiano. En el año 397, ya débil de salud, dictó sus “Comentarios al salmo 43”; y al llegar al versículo 24 escribió sus últimas líneas: "Es duro arrastrar tanto tiempo y por todas partes este cuerpo envuelto ya por las sombras de la muerte. Levántate Señor. ¿Por qué duermes? ¿Quieres seguir rechazándome?... no tengo miedo a morir porque tenemos un Señor bueno". Escribió tres libros: “Sobre la Virginidad” (377), escribió sus tratados “De las Viudas” para exhortarlas a la perpetua castidad; para el emperador Graciano escribió “Sobre la fe”, que es la refutación de la herejía arriana. También escribió “Sobre María”. Patrón de Milán y de Bolonia. MEMORIA OBLIGATORIA. 

San SABINO DE SPOLETO. M. 303.


Martirologio Romano: En Spoleto, de la Umbría, san Sabino, que es venerado como obispo y mártir.

Mártir junto con Exuperancio, Marcelo, Venustiano, durante la persecución de Diocleciano. Sabino era obispo a quién le cortaron las manos por no querer adorar a los ídolos. Parece ser que era obispo de Spoleto, en Umbría, y las ciudades de Asís, Chiusi, Faenza, Sulmona y Fermo se disputan su ciudadanía. Venustiano y su familia eran sus convertidos, mientras Exuperancio y Marcelo eran sus diáconos. 
Según la leyenda, Sabino, obispo de Spoleto, junto a sus diáconos Exuperancio y Marcelo, fueron encarcelados y llevados ante el prefecto Venustiano. Éste les exhortó a que ofrecieran sacrificios a Júpiter. Pero Sabino, oró y la estatua cayó en pedazos; el prefecto encolerizado ordenó cortarle la mano a Sabino y ante sus ojos hizo torturar a sus diáconos hasta que murieron. 
Según otras leyendas, en la cárcel devolvió la vista a un ciego y para impedir más milagros, se le cortaron las manos, pero esto no le impidió continuar obrando. El milagro del ciego provocó la curiosidad y el aprecio de su propio verdugo, víctima de una enfermedad ocular grave. Sabino se reunió con él, lo curó y esto llevó a la conversión del funcionario, pero también enfureció a los guardias imperiales, que no dudaron en matarlo a palos.
Pero en la otra leyenda paralela, en la cárcel, curó la ceguera a una niña, al enterarse Venustiano, hizo llamar a Sabino para que le curase de una grave dolencia, y el santo obispo le curó, con lo que se convirtió con toda su familia. Al enterarse el emperador ordenó que decapitaran a toda la familia de Venustiano y a Sabino lo trasladaron de Asís a Spoleto donde lo flagelaron hasta que murió.
La Diócesis de Spoleto, lo venera junto con los santos diáconos Marcelino y Esuperancio (no presentes en el Martirologio actualizado). Su fiesta se celebra en el mismo día, aunque fueron martirizados en fechas diferentes.  
San Sabino es también representado en los mosaicos bizantinos de San Apolinar Nuovo, en Rávena. Es muy posible que este santo sea el mismo que figuraba en el calendario anterior como san Sabimno, mártir de Asís, muy cerca de Spoleto y con una tradición parecida, que se celebraba el 30 de diciembre y ha sido quitado del Martirologio actualizado por considerárselo una duplicación.


Santa Serena de Spoleto. M. c. 303. 
Tenemos noticias suyas por la vida de san Sabino, obispo de Spoleto. Se la recuerda como una viuda que tuvo una gran caridad hacia el prójimo y por la veneración hacia su obispo. Mártir durante la persecución de Diocleciano. 
No se tienen más noticias de ella hasta que en el siglo X sus reliquias fueron trasladadas desde el monasterio de San Sabino de Spoleto a Metz por el obispo Teodorico. 

San JUAN "el Silencioso". (454-559).


Martirologio Romano: En Palestina, san Juan Silencioso o el Hesicasta, que, dejó el episcopado de Colonia en la antigua Armenia, condujo en la laura de san Sabas una vida monástica de humilde servicio a los hermanos, de rigurosa soledad y de silencio

Nació en Nicópolis en Armenia, en el seno de una familia perteneciente a la nobleza armenia. Despues de la muerte de sus padres, antes de cumplir los 20 años, con diez compañeros, fundó un monasterio en su ciudad natal dedicado a la Madre de Dios. Su dulzura, prudencia y piedad le granjearon la estima de todos sus hermanos. A los 28 años fue elegido obispo de Colonia (actual Köylühisar en Turquía), Armenia, y consagrado por el obispo de Sebaste. Durante su episcopado, que duró nueve años, instruyó a su pueblo por medio de la predicación. Fue el consuelo de los afligidos. Algunos males que encontró imposible de remediar le causaron el deseo de abandonar su cargo, e ingresó, escondiendo su identidad, en la laura de san Sabás (Jerusalén). 
San Sabás le puso a trabajar en la construcción de un hospital, después le encargó que se ocupara de recibir y atender a los extranjeros. San Sabás vió en él un espíritu especial y le dio ocasión para que se retirara a una ermita cercana para que viviera en soledad en la contemplación. Durante 5 días a la semana Juan nunca salía de su celda, sólo los sébados y domingos asistía al culto público de la Iglesia. Después de pasar tres años en esta vida de ermitaño, fue nombrado administrador de la laura. San Sabás quiso ordenarlo sacerdote, pero fue entonces, cuando Juan le reveló su identidad de obispo huído, y se pasó cuatro años encerrado en su celda sin hablar con nadie. En el 503, el mal espíritu de ciertos discípulos obligaron a Sabás a abandonar la laura. San Juan se retiró a una zona salvaje en el desierto de Ruba, junto al Mar Muerto, donde pasó 6 años. Cuando Sabas fue llamado para que regresara a su laura, trajo a san Juan en el año 510, que vivió como recluso en su celda durante los 40 años de vida que le quedaban. Fue un encendido adversario de los origenistas y de los nestorianos y, por esta razón, fue perseguido por ellos.  

Santa FARA. M. 657.


Martirologio Romano: En Eboriacum (hoy Faramoutiers), de la región de Meaux, en la Galia, santa Fara, abadesa, la cual, habiendo gobernado durante muchos años el monasterio, fue agregada al grupo de las vírgenes que siguen al Cordero de Dios.

Burgundofara o Fara, nació en el pueblo de Pipimisicum (hoy Poincy, en Meaux) del conde Cagnerico y Leodegonda. De niña fue bendecida y dedicada a Dios por san Columbano, quien, exiliado de Luxeuil, había recibido la hospitalidad de sus padres. 
Sin embargo, llegada a la mayoría de edad, su padre, con independencia de la promesa hecha al santo, pensó en casarla. La joven cayó enferma y permaneció en ese estado hasta que san Eustaquio, sucesor de san Columbano en la dirección del monasterio de Luxeuil, reveló a Cagnerico que, dejádola libre para dedicarse a Dios, sanaría. El padre lo prometió y la joven recuperó la salud. Lo prometió, pero no lo mantuvo, y Burgundofara, cuanddo comenzaron a hablar de nuevo de planes de boda, abandonó el hogar familiar y se refugió con una amiga fiel, en la iglesia de San Pedro. Descubierta, se le pidió que regresara a la familia, e incluso se la amenazó de muerte si se negaba, pero no abandonó su decisión. San Eustaquio, informado de lo que estaba ocurriendo, amonestó severamente a Cagnerico, e impuso el velo a la joven.
Su progenitor, un noble cortesano, cedió a sus pretensiones y fundó para ella el convento de Brige (Brie) o "Evoriacum" (llamado más tarde Faremoutiers), en Meaux, según la regla de san Columbano y del que fue abadesa durante 40 años. El monasterio, construido junto a la iglesia consagrada a la Virgen y a los santos Pedro y Pablo, pronto se convirtió en un centro de ferviente vida espiritual. Convenció a su hermano san Farón a abandonar la vida mundana. Fue abadesa de este monasterio durante 37 años, educando a muchas santas monjas inglesas. Destacó por una exigente prudencia y santidad. Hermana de los santos Farón, obispo de Meaux y de san Cañoaldo, obispo de Laón. Entre los milagros que se le atribuyeron ya en vida estuvo el de devolver la vista a una de las hermanas de su comunidad, que es uno de los temas con el que se la representa en su iconografía. Sus restos se conservan en Champeaux y es patrona de Brie.  

Santa MARÍA JOSEFA ROSELLÓ. (1811-1888).


Martirologio Romano: En Savona, de la Riviera, en Italia, santa María Josefa (Benedicta) Rossello, virgen, que fundó el Instituto de Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia y, confiando solamente en Dios, se entregó con todo ahínco a procurar la salvación de las almas.

Benedicta Roselló nació en Albisola Marina, Savona (Italia), en el seno de una familia muy pobre de artesanos; y cuando quiso hacerse religiosa no pudo entrar en ningún convento porque no tenía medios suficientes para la dote. Siendo muy joven ingresó en la Tercera Orden Franciscana (probablemente antes de 1830) y sintió nacer poco a poco en su corazón el deseo de una vida más perfecta que le permitiera con mayor facilidad llegar a ser santa.
A los 19 años trabajó en la casa de los señores Monleone en Savona, para asistir al cabeza de familia que estaba enfermo. Estuvo en ella hasta los 26 años, cuando murió Monleone. La viuda le propuso nombrarla heredera si renunciaba hacerse religiosa, pero ella abandonó aquel trabajo y, más tarde, dirá: "si no somos generosos con Dios, Él no lo será con nosotros".
Intentó ingresar en una congregación de caridad pero fue rechazada por falta de recursos económicos. Benedicta se vio obligada, al morir sus padres y dos de sus hermanos, a volver a su pueblo y dedicarse al cuidado de su familia. El obispo de Savona, Monseñor Agustín de Mari, sensible a las exigencias de la elevación social de los hijos de los pobres, trató de realizar centros de educación para los más pobres. En 1837, Benedicta respondió a la llamada del obispo que le proporcionó una modesta casa en Albissola. Vivió en un barrio popular donde cuidó a los niños durante toda su juventud. Así se convirtió en fundadora de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, y cambió el nombre por el de María Josefa. El fin principal del nuevo Instituto fue dedicarse a la instrucción y educación de las muchachas pobres, y la asistencia a los enfermos.
Fue nombrada segunda superiora general en 1837, sucediendo a ángela Pescia. Durante 40 años estuvo dedicada a este trabajo, sin descorazonarse jamás, a pesar de estar constantemente enferma. María Josefa instituyó en Savona en 1859 la Casa de la Providencia, para respaldar a los jóvenes que no habían podido seguir su vocación sacerdotal por falta de recursos económicos. A partir de 1856 recogió en sus casas a jóvenes africanas rescatadas de la esclavitud. Abrió casas en Hispanoamérica. 
Diez años después, en 1869, sor María Josefa inició valientemente una nueva obra: el pequeño Seminario para clérigos pobres en Savona, que ofreció a la Diócesis excelentes sacerdotes, sin embargo le costó a la madre no pocas amarguras por los obstáculos y la maldad de muchos hacia esta institución. 
La última obra soñada y realizada después de su muerte fue la fundación en Savona de la Casa de las Penitentes (1880), un refugio para las jóvenes arrepentidas rescatadas de la prostitución.
Un aspecto en el cual la genialidad caritativa de la Madre Josefa Rossello superan el simple ámbito religioso para insertarse entre las más nobles obras de carácter social es la fundación de las escuelas populares gratuitas, una absoluta novedad y de urgente necesidad en aquel momento en la Liguria occidental.
La espiritualidad de la santa fue destacada en forma excepcional por su gran confianza en la Divina Providencia, en la asistencia y protección de San José y en su espíritu de iniciativa. Una frase que la Madre solía repetir como lema y se la transmitió a sus hijas fue: "El corazón a Dios y las manos al trabajo". A pesar de los múltiples problemas sirvió siempre en los quehaceres más humildes a los necesitados, niños o a los enfermos, con caridad paciente y perseverante.
Finalizó su laboriosa vida a los sesenta y nueve años de edad, en la casa madre de Savona, a causa de complicaciones cardíacas que habían minado su constitución puesta a prueba duramente por su trabajo.
Murió en olor de santidad y fue sepultada en el cementerio local. Posteriormente, en 1887 su cuerpo fue trasladado a la casa madre, en la capilla de la casa madre de las Hijas de nuestra Señora de la Misericordia en Savona. Su canonización tuvo lugar en 1949 por Pío XII.

Beatas AURELIA ARAMBARRI FUENTE y 3 compañeras. M. 1936.


Martirologio Romano: En Madrid, España, beata Aurelia (en el siglo Clementina Arambarri Fuente) y 3 compañeras, religiosas profesas de las Siervas de María Ministras de los Enfermos, asesinadas por odio a la fe.  

Este grupo de mártires está integrado por: Sor Aurora López González (Justa); Sor Daría Andiarena Sagaseta (Josefa Engracia) y Sor Agustina Peña Rodríguez (María Anunciación) cuya festividad se celebra el 5 de diciembre.

Aurelia Arambarri nació en Vitoria, Álava (España) en 1866, y se llamaba Clementina. Contaba 20 años cuando ingreso en el Instituto de Siervas de María, el 23 de Agosto de 1866, en la Casa Madre. Conoció a la Fundadora, santa María Soledad Torres Acosta, siendo ella quien la admitió y de cuyas manos recibió el santo hábito, el 14 de noviembre de 1866. Hizo su profesión temporal el 18 de diciembre de 1887, siendo destinada a Puerto Rico, donde emitió la Profesión Perpetua el 18 de Diciembre de 1894.
A los 38 años de edad, fue nombrada Superiora de la comunidad de Guanajuato (México) cargo que ejerció con gran caridad y solicitud, hasta el año 1909 en el que fue destinada para desempeñarlo en la comunidad de Durango y Puebla (México), donde vivió la terrible revolución mexicana. Trasladada a España, en agosto de 1916, le confiaron de nuevo el cargo de Superiora en Mataró, Alcoy, Sarriá y Barbastro, dejando siempre en el desempeño de esta misión, el mismo celo e interés hacia las Hermanas.
En octubre de 1929, al ser erigida la Provincia de Madrid, fue trasladada a la misma como Consejera Provincial y Superiora de Pozuelo de Alarcón, hasta que en 1934, viendo que sus fuerzas naturales no le permitían seguir en tan delicado cargo, fue trasladada con gran pena por parte de los Superiores, a la enfermería de Madrid, siendo modelo de virtudes para quienes la cuidaban y visitaban. 
El año 1936, ante el gran peligro que corrían las amadas ancianitas en Madrid, se dispuso el traslado de Madre Aurelia a la casa de Pozuelo de Alarcón, para que gozara de más paz y tranquilidad, aunque los planes de Dios bien se han visto, muy diferentes. Tanto en la calma como en la adversidad su lema era: "De Dios somos, no permitirá que nos pase nada malo".
Desde 1911 contaba la Congregación de Siervas de María con una espaciosa casa en Pozuelo de Alarcón - Madrid - donde se retiraban las Hermanas mayores en busca de descanso y desde donde algunas de ellas salían gozosas, cada noche a prestar su servicio de asistencia a los enfermos en dicha población. 
En Julio de 1936, se declaró la guerra civil en España, la casa fue tomada y las Hermanas tuvieron que dispersarse entre las familias conocidas, estando sometidas a una estrecha vigilancia y en absoluta incomunicación las unas con las otras. Madre Aurelia con otras tres Hermanas más, fue reconocida como religiosa y sin negar en ningún momento su condición de consagrada, fue elegida para el martirio. Es muy probable que Madre Aurelia muriera en la noche del 6 al 7 de diciembre de 1936 en Aravaca, Madrid. Contaba con 70 años de edad. 

Aurora López nació en San Lorenzo, Madrid (España) en 1850, y se llamaba Justa. El 20 de marzo de 1874, ingresó como Postulante en las filas de las Siervas de María, en El Escorial, pasando al poco tiempo al Noviciado de Madrid. El 14 de mayo del mismo año vistió el Hábito, cambiando su nombre por el de Sor María Aurora. El 24 de junio, hizo sus primeros votos y el 2 de julio de 1897, pronunció sus votos perpetuos en la Casa Madre.
En 1885 fue nombrada Superiora de Arévalo. Volvió a Madrid en 1893, luego la destinaron a El Escorial, donde desempeño el cargo de Consiliaria. Residió también en las comunidades de Salamanca, Alcalá de Henares, Cabeza del Buey, Jaén, Cuidad Real y por último en Pozuelo de Alarcón.  
Contemporánea de la fundadora santa María Soledad Torres Acosta, refleja fielmente en su vida, la sencillez y la valentía, la bondad y el espíritu sobrio, que distinguió a la Fundador. En su larga vida religiosa, se mostró muy amante del Instituto y sacrificada en el ejercicio de los ministerios, en el cuidado de los enfermos en sus domicilios, compartiendo con las jóvenes religiosas su rica experiencia.
A pesar de su ancianidad, ya que al tiempo de su muerte, era la religiosa más antigua del Instituto (62 años de vida religiosa), era muy fervorosa, le gustaba ser puntual para acudir a los actos de comunidad y recordaba con frecuencia la presencia de Dios. Era trabajadora y muy animada en las recreaciones.
Al llegar los momentos de la prueba, sor Aurora se amoldó a todo con una docilidad admirable, aunque al quitarse el hábito, gruesas lágrimas corrían por sus mejillas. Supo dar prueba en todo momento de serenidad y abandono de los planes del Señor sobre ella. 
En julio de 1936, la casa de Pozuelo de Alarcón fue tomada por los revolucionarios y las Hermanas tuvieron que dispersarse entre las familias conocidas, estando completamente incomunicadas las unas de las otras y sometidas a una estrecha vigilancia. Sor Aurora, junto con las otras tres Siervas de María, fue reconocida como Religiosa y fue escogida para el martirio. Es muy probable que sor Aurora muriera en la noche del 6 al 7 de diciembre de 1936 en Aravaca, Madrid. Tenía 86 años de edad.

Daría Andiarena, nació en Donamaría, Navarra (España) en 1879 y se llamaba Josefa Engracia. A los 23 años, ingresó en el Instituto de las Siervas de María, el 9 de noviembre de 1902 en la casa de San Sebastián, pasando a los pocos días al Noviciado de Madrid. Recibió el santo hábito el 19 de abril de 1903, emitiendo sus Votos Temporales el 4 de mayo de 1905, siendo destinada a la casa de Zaragoza, donde permaneció hasta el 1910, ejerciendo el ministerio de caridad junto a los enfermos, con celo e interés. Pasó luego a la casa de Ciudad Real y al año de estar allí, fue trasladada a Madrid emitiendo los Votos Perpetuos el 5 de mayo de 1913. No tardó en enfermar de una úlcera de estómago, distinguiéndose durante todo el tiempo que le duró la afección, por su espíritu de humildad y mortificación.
El año 1922, se le destinó al Noviciado de Madrid con el cargo de Auxiliar, misión que desempeñó con grandísima edificación de todas, siendo un modelo de virtudes para las novicias; la caridad para con éstas era la de una madre, sacrificándose por todas, siempre que la necesidad lo pedía. Esta delicada misión la ejerció por espacio de 8 años, al cabo de los cuales, fue destinada a la Casa de Pozuelo de Alarcón, donde desempeñó los cargos de Secretaria - Consiliaria en 1932. En esta comunidad también fueron visibles y admiradas sus virtudes, edificando a todas por su porte afable y religioso.
La entrega de su vida no fue vista por las Hermanas que la conocieron como algo casual, sino como la coronación de toda una vivencia. Con frecuencia se le oía decir: “yo quiero el martirio del sacrificio diario y si Dios quiere, también morir; morir mártir por Él”.
En el 1936, fue detenida por los revolucionarios en unión de Madre Aurelia y Sor Aurora. Según la familia que las albergaban fue Sor Daría, quien, al ser objeto de insultos y vejaciones al sospechar que eran religiosas, afirmó: “Somos, en efecto, religiosas; pueden hacer lo que quieran de nosotras, pero yo les suplico, que a esta familia no les hagan nada, pues, al vernos sin casa y autorizados por el Comité de Pozuelo nos recibieron en la suya por caridad”. 
Sor Daría fue escogida para el martirio, que tuvo lugar probablemente en la noche del 6 al 7 de diciembre de 1936 en Aravaca, Madrid. Contaba con 57 años de edad. Fueron beatificadas el 13 de octubre de 2013 por el papa Francisco.

OTROS SANTOS DEL DÍA:


San Agatón. M. 250. 
Soldado. Mártir en Alejandría. Este Agatón ha sido identificado con san Besa, que el Martirologio Romano anterior a 1970, nombra el 27 de Febrero junto con san Julián. 

San Atenodoro. M. 304. 
Martirologio Romano: En Siria, san Atenodoro, mártir, que como se narra, fue atormentado con el fuego y puesto a prueba con otros suplicios, bajo el emperador Diocleciano y el prefecto Eleusio, finalmente fue condenado a la pena capital, pero cuando el verdugo cayó al suelo ningún otro osó decapitarlo, orando se durmió en el Señor
Mártir en Mesopotamia, durante la persecución de Diocleciano. 

San Urbano de Teano. M. 356. 
Martirologio Romano: En Teano, de la Campania, san Urbano, obispo.

San Carlos Garnier. M. 1649. 
Martirologio Romano: En la región de Ontario, en Canadá, pasión de san Carlos Garnier, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, mientras bautizaba a catecúmenos, fue gravemente herido por unos paganos que irrumpieron violentamente, muriendo a golpes de hacha. Su memoria se celebra el día diecinueve de octubre, juntamente con otros compañeros
Natural de París. Jesuita de París, que llegó al Canadá en 1636 después de terminar sus estudios teológicos en el colegio de Clermont. Fue ordenado sacerdote en 1635 y al año siguiente, el 8 de abril de 1636, a los 31 años de edad, se embarcó para Quebec, en Canadá, y desde allí llegó en canoa al territorio de los indios hurones. Supera la desconfianza de estos prodigándose en la cura de las víctimas de una peste. De allí fue enviado a evangelizar la región sur de la Bahía de Georgia y aquí, en 1646, fundó dos misiones. Sin embargo, el 7 de diciembre de ese año la misión de San Juan, donde se encontraba el padre Carlos, es atacada por indios iroqueses, y el misionero es asesinado un 7 de Diciembre. 
Su memoria, como la de los demás mártires de Canadá, se celebra el 19 de octubre, en el grupo de los santos Juan de Brébeuf e Isaac Jogues. (Ver) 19 de Octubre.