30 de octubre de 2014

Beato ÁNGEL DE ACRI. (1669-1739).


Martirologio Romano: En Acri, localidad de Calabria, beato Ángel de Acri, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que viajó por todo el reino de Nápoles predicando la Palabra de Dios en un estilo adaptado a la gente sencilla.


Nació en Acri (Calabria). Dos veces entró en distintos conventos, pero las dos veces sentía que su vocación no era el claustro, hasta que a la tercera, terminó con los capuchinos. Pero también aquí continuaron las dudas, hasta que descubrió que su papel dentro de la Orden era la predicación, pero esta era barroca y florida. Se dice que una vez se aprendió de memoria el sermón de la Misa, con todas sus imágenes, hipérboles y florituras, pero al querer decir aquello, se quedó sin habla, ya que se le había olvidado todo. Se cubrió de ridículo y tuvo que regresar a su ciudad, donde le vinieron de nuevo las dudas sobre su vocación, que la creía equivocada, hasta que escuchó una voz que le dijo: "Tu predicarás, pero de forma simple sin artificios y sutilezas".
 La oratoria espontánea de Ángel tuvo un gran éxito entre los campesinos. Y su fama de predicador se extendió a todos los niveles; el cardenal Pignatelli, le pidió que predicase en Nápoles, pero aquí entre la gente de ciudad, la iglesia se le fue quedando vacía, y su fracaso fue rotundo. A pesar de todo, el cardenal quiso que siguiera predicando según su forma espontánea hasta que los ricos aprendieron la verdad evangélica de sus palabras. Hablaba como le sugería el corazón, y la preparación en cada predicación era con oración y penitencia. Abandonó todos los tratados de elocuencia religiosa y conservó sólo el Evangelio, y para la meditación usó la cruz. Fue el impulsor de los calvarios en los cruces, con los símbolos de las tres cruces. Murió en Acri. 

San SERAPIÓN DE ANTIOQUÍA. M. 211.


Martirologio Romano: Conmemoración de san Serapión, obispo de Antioquía, célebre por su erudición y doctrina, que dejó gran fama de santidad.

Obispo de Antioquía. Fue elogiado por los santos Eusebio de Vercelli y Jerónimo por sus escritos teológicos, de los cuales sólo quedan algunos breves fragmentos. 
En todo caso, la historia le recuerda por sus escritos teológicos. Eusebio cita el resumen de una carta íntima que san Serapión escribió a Cárico y Poncio, en la que condena el montanismo, que había alcanzado cierta popularidad gracias a las pseudo-profecías de dos mujeres histéricas. El santo escribió también una exhortación a un tal Domnino, quien había apostatado durante la persecución y practicaba el «voluntarismo» judío.
Durante el episcopado de Serapión hubo una controversia en Rhossos de Cilicia acerca de la lectura pública del llamado «Evangelio de Pedro», que era un escrito apócrifo de origen gnóstico. Al principio, Serapión, que no había leído el libro y tenía confianza en la ortodoxia de su grey, permitió que se leyera en público. Más tarde, pidió una copia de la obra a la secta que lo propagaba, «a los que solemos llamar Docetas» (es decir, ilusionistas, porque sostenían que la humanidad de Cristo era aparente y no real). Tras de leer el libro, el santo escribió a la Iglesia de Rhossos para prohibir que se siguiese leyendo, porque había descubierto en él «ciertas adiciones a la verdadera doctrina del Salvador». En esa carta san Serapión anunciaba a los cristianos de Rhossos que pronto iría a exponerles la verdadera fe.
En el Oriente no se venera a san Serapión. En cambio, su nombre figura en el Martirologio Romano, y figuraba en el Martirologio Carmelitano, pues, por extraño que parezca, en algún momento en la Orden supusieron que el santo perteneció a ella.

San MARCELO DE LEÓN. M. 298.


Martirologio Romano: En Tánger, de Mauritania, pasión de san Marcelo, centurión, que el día del cumpleaños del emperador, mientras los demás sacrificaban, se quitó las insignias de su función y las arrojó al pie de los estandartes, afirmando que por ser cristiano no podía seguir manteniendo el juramento militar, pues debía obedecer solamente a Cristo, e inmediatamente fue degollado, consumando así su martirio.

Centurión, que según la leyenda, era de León y pertenecía a la Legión de Trajano, que había fundado la ciudad y estaba casado con santa Nonia, con la que tuvo doce hijos, todos varones: Claudio, Luperco, Victorio, Facundo, Primitivo, Emeterio, Celedonio, Servando, Germán, Fausto, Jenaro y Marcial.
Mártir en Tánger, por "estar al servicio de Cristo". Durante una fiesta por el nacimiento del emperador rechazó participar en la celebración, tiró las armas y las insignias y se declaró cristiano: "soy soldado de Jesucristo. Si no es permitida la milicia más que sacrificando a hombres mortales, yo no quiero militar bajo las banderas de Roma".
Inmediatamente le formaron consejo de guerra en un juicio presidido por Fortunato. Le tuvieron tres meses en prisión, entre tormentos y el hambre. Luego, cargado de cadenas, le llevaron de un sitio para otro, hasta llegar a Tánger. Murió degollado, cumpliendo una sentencia de Aurelio Agricolano. Cuando le dieron el veredicto dijo: "Dios te lo pague". El notario de aquel hecho, indignado por semejante barbaridad, arrojó al suelo el libro de actas. Le arrestaron y también murió mártir. Se llamaba san Casiano. Sus Actas están muy poco retocadas. Sus reliquias se conservan en la catedral de León.

San GERMÁN DE CAPUA. M. c. 541.


Martirologio Romano: En Capua, en la Campania, san Germán, obispo, del que habla el papa san Gregorio I Magno en sus escritos.

Nació en Capua, hijo de Amancio y Juliana, ilustres ciudadanos de la ciudad; al morir su padre, Germán heredó un ingente patrimonio y, con el consentimiento de su madre, vendió todo y donó a los pobres lo recaudado. Así se pudo dedicar más libremente a la vida espiritual, a la que se sentía llamado, con las santas lecturas, oración y mortificaciones. En el 519, al morir el obispo de Capua, Alejandro, fue designado por el clero y el pueblo, a sucederle; después de resistirse por humildad, aceptó el encargo. 
El “Liber Pontificalis” nos relata algunos hechos ciertos; el papa san Hormisdas, después que habían fallado los intentos de sus predecesores, pensó en terminar con el cisma acaciano en Oriente, cuando fue elegido emperador Justino I en el 518. El cisma tuvo origen cuando el patriarca de Constantinopla, Acacio, para terminar con la controversia entre católicos y monofisitas, acordó con estos últimos, sugerir al emperador Zenón de Bisancio promulgar, en el 482, el “Henótikon”, fórmula de unión de los dos pensamientos religiosos; la fórmula dirigida a todo el imperio no resolvió algunos puntos teológicos delicados, y no satisfizo a ninguno. El papa san Félix III depuso y excomulgó a Acacio, en el 484, iniciando así el cisma, que duró 35 años. El cisma que había separado de Roma a la Iglesia de Oriente, provocó el concepto de independencia del Sumo Pontífice, el cual reivindicaba el derecho pontificio para definir en materia de fe y disciplina. El emperador Justino I, desde el mismo día de su elección, junto con otros personajes influyentes de la corte bizantina, como su sobrino Justiniano y el patriarca Juan, pidieron al Papa que enviase una legación para restablecer la paz entre las dos Iglesias. Así en Enero del 519, el papa san Hormisdas, de acuerdo con el rey Teodorico, envió una tercera legación, guiada por el obispo de Capua, Germán, y compuesta además de otro obispo llamado Juan, el diácono romano Félix, el célebre Dióscoro, diácono alejandrino residente en Roma, del sacerdote romano Blando y el notario eclesiástico Pedro. El hecho de que Germán encabezara esta misión, denota el gran aprecio que se tenía por su doctrina, sabiduría y virtud. Fueron acogidos triunfalmente en Constantinopla y recibidos en solemne audiencia por el Emperador; leído el célebre libelio del papa san Hormisdas, por fin los obispos presentes aceptaron las tesis pontificias y también el patriarca Juan se aceptó la fórmula del Papa. La paz en la Iglesia se había alcanzado y el cisma finalizado. Los legados pontificios permanecieron más de un año en Bizancio para consolidar el resultado de la reconciliación, en la que se condenó también como herejes a  Nestorio y Eutiques, y para superar los problemas que podrían causar algunos monjes escindidos. Hacia el 520 regresaron a Roma. 
San Gregorio Magno en sus “Diálogos” nos narra la gran amistad que le unió a san Benito de Nursia, que en una visión que tuvo en Montecasino, vio su alma elevada al cielo por los ángeles. Oró toda su vida por la santificación de san Pascasio. También fue amigo de san Sabino, obispo de Canosa y del papa san Juan I. Patrón de Cassino.

San GERARDO DE POTENZA. M. 1119.


Martirologio Romano: En Potenza, ciudad de la Lucania, san Gerardo, obispo.

Natural de Picenza, descendiente de la noble e ilustre familia La Porta. Fue un hombre de cultura y piedad sólida; después de haber pasado su juventud en su patria, se dirigió al sur de Italia, como muchos otros espíritus nobles de su tiempo, que buscaban o la soledad o estar más cerca de los puntos de partida de los cruzados.
Vuelto a Potenza, Gerardo vio abrirse ante él un vasto campo de apostolado, especialmente entre los jóvenes. Abrió los tesoros de su cultura y su bondad gratuitamente a todos, lo que atrajo la simpatía de todo el pueblo, por lo que a la muerte del obispo de la ciudad, el clero y el pueblo lo eligieron como su nuevo pastor. Fue consagrado obispo en Acerenza. La dignidad alcanzada no cambió la austeridad de su vida, ni la simplicidad de sus costumbres. Manfredo, su biógrafo, describe así este período de su vida: "Honrado por la gloria episcopal, parecía más humilde, más manso, más piadoso, más benigno, más diligente en el ejercicio de las virtudes. Era tan sobrio que más bien parecía un monje." 
El Señor se complace en hacer brillar la santidad de su siervo incluso en vida, con señales milagrosas, como cambiar el agua en vino. Sólo un año después de su muerte, el papa Calixto II proclama la santidad. Los huesos de san Gerardo descansan bajo el altar dedicado a él en la Iglesia Catedral de Potenza. Patrón de Potenza y de la archidiócesis.

Beato TERENCIO ALBERTO O’BRIEN. (1601-1651).


Martirologio Romano: En Limerick, de Irlanda, muerte del beato Terencio Alberto O’Brien, obispo y mártir, de la Orden de Predicadores, que, nombrado para la sede de Emly, trabajó con empeño en favor de los afectados por la peste, pero, bajo el régimen de Oliver Cromwell, fue detenido por los soldados y conducido al patíbulo en odio a la fe católica.

Nació en Tuogh (actual Tower Hill, County Limerick, Irlanda). Era descendiente de la antigua casa real irlandesa. A los 21 años ingresó a la Orden de Predicadores, fue enviado a España, en Toledo, donde recibe el orden sacerdotal en 1627. Recibió una magnífica formación en Teología y Cánones así como en el espíritu misionero y ascético de su Orden. 
 Retornó a Irlanda, y se acreditó entre sus compañeros de hábito que lo eligieron prior de varias casas y, repetidamente, provincial. Por serlo, marchó a Roma y asistió al capítulo general de 1644, donde recibió el título de «Maestro en teología». Acreditado ante el papa Urbano VIII, que conocía su magnífica preparación y celo apostólico, el pontífice lo designó obispo de Emly, consagrándose el año 1648. Volvió a Irlanda y con toda valentía y entereza se entregó al cumplimiento de sus deberes pastorales, conquistando el amor de sus fieles. Trabajó con empeño en favor de los afectados por la peste. 
Estaba en Limerick cuando Luis Ireton cercó la ciudad, que hubo finalmente de rendirse. El obispo fue hallado en el lazareto prestando sus servicios a los enfermos. Fue arrestado y se le ofreció dinero para que se marchara de la ciudad, pero él se negó. Entonces fue condenado a muerte por la corte marcial. Con serenidad y prudencia habló al pueblo palabras de exhortación antes de ser ejecutado. Padeció martirio el 30 de octubre de 1651, bajo el poder de Oliver Cronwell. Fue beatificado el 27 de septiembre de 1992 por el papa Juan Pablo II.

OTROS SANTOS DEL DÍA:



San Marciano de Siracusa. s. II. 
Martirologio Romano: En Siracusa, de Sicilia, san Marciano, considerado como primer obispo de esta ciudad.
Se dice que fue el primer obispo de Occidente; según una leyenda siciliana fue enviado a Siracusa por el mismo san Pedro, pero es casi seguro que fue enviado a esta ciudad siciliana por un Pontífice del siglo III. También se dice que los judíos lo arrojaron desde una torre y otras tradiciones afirman que fue asesinado «por los que en ese momento tenían indignamente el cetro del mando». 
El nuevo Martirologio Romano omite prudentemente toda referencia a los aspectos legendarios, como la ordenación por san Pedro o el martirio, pero aun conserva la datación en el siglo II.Copatrono de la ciudad de Gaeta.

Santa Eutropia de Alejandría. M. c. 253. 
Martirologio Romano: En Alejandría, de Egipto, santa Eutropia, mártir, que, por rehusar negar a Cristo, fue torturada cruelmente hasta la muerte.
Parece que es una mártir africana en Alejandría de Egipto, ejecutada durante la persecución de Valeriano después de sufrir crueles torturas.  

Santos Zenobio y Zenobia. M. 285. 
Zenobio era obispo de Cilicia y médico en Aega (hoy Alejandreta) en la costa de Asia Menor. Murieron mártires, durante la persecución de Maximiano. 

Santos Claudio, Lupercio y Victorio. M. 300. 
Martirologio Romano: En la ciudad de León, en Hispania, santos Claudio, Lupercio y Victorio, mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano sufrieron la muerte por Cristo.
En el Martirologio anterior nos los presentaban como tres hermanos leoneses, hijos del centurión san Marcelo y santa Nonia; eran soldados y se declararon cristianos, fueron martirizados en León, bajo Diocleciano. 
El Martirologio actual, como podemos ver, se han separaado atendiendo a la realidad más probable. Los tres jóvenes sufrieron el martirio por decapitación bajo Diocleciano (243-313), cuyas persecuciones tuvieron especial furor en España. Sobre el lugar del martirio se construyó la abadía benedictina de San Claudio, y seguidamente varios monasterios benedictinos les fueron dedicados en distintas partes de España. Sus restos están en la iglesia de San Marcelo de León. 

San Saturnino de Cagliari. M. 303.
Mártir venerado en esta ciudad, que no se sabe muy bien, si fue martirizado aquí, o fue uno de los múltiples Saturninos que invaden el calendario. Lo que si que cuenta es que se venera como un santo local; la tradición dice que murió durante la persecución de Diocleciano; fue decapitado durante una fiesta dedicada a Júpiter. 
ruinas de Cuma

San Máximo de Cuma. M. 304. 
Martirologio Romano: En Cuma, de la Campania, san Máximo, mártir.
Según el antiguo Martirologio fue martirizado durante la persecución de Diocleciano en Apamea de Frigia; pero parece más probable que el lugar de su martirio fuera las fosas de Cumas en Campania (Nápoles).

San Teonesto. M. 425. 
Se dice que era obispo de Filipos en Macedonia, fue expulsado de su sede por los arrianos y el Papa le envió, junto a varios compañeros (entre ellos san Albano de Maguncia) a evangelizar Alemania. Al llegar a Maguncia, se vieron obligados a huir ante la invasión vándala, y en el camino de regreso, Teonesto fue martirizado en Altino en el Véneto. 

Bienvenida Boiani. Beata. (1254-1292). 
Martirologio Romano: En Cividale di Friuli, en la región de Venecia, beata Bienvenida Boiani, virgen, hermana de Penitencia de santo Domingo, que pasó toda su vida entregada a la oración y a la austeridad.
Se llamó Bienvenida porque era la séptima hija del matrimonio Boiani, de Cividale del Friuli; su padre era el señor de la ciudad. Desde muy joven se distinguió por su piedad y sobre todo por sus penitencias terribles, que obligó a su confesor a aconsejarle el cuidado del cuerpo y, sobre todo a mitigarlas. Enferma pidió ser llevada ante la tumba de santo Domingo de Guzmán, y se curó, por lo cual se hizo Terciaria dominica, y alcanzó gran fama de santidad por sus milagros y su virtud. Todas las penitencias  le inspiraban su amor a Dios y la devoción a la Virgen. Tuvo además un alto espíritu de oración y sufrió de experiencias místicas. Murió en Cividale después de una larga enfermedad que la tuvo postrada en la cama durante muchos años. 
Su culto fue aprobado en 1765 por el papa Clemente XIV. Se ha perdido memoria del sitio en que fue sepultada en Cividale.

Juan Slade. Beato. M. 1583. 
Martirologio Romano: En Winchester, en Inglaterra, beato Juan Slade, mártir, que, por negar la competencia de la reina Isabel I en las cuestiones espirituales, fue ahorcado y descuartizado.
Nació en Manston, (Inglaterra), en el seno de una familia católica. Estudió en el New College de Oxford y luego pasó a Douai a estudiar Derecho, y a su regreso a Inglaterra, fue maestro de escuela en Winchester. Conocido su catolicismo fue arrestado en 1582 y fue procesado en Winchester, con su amigo el beato Juan Bodey. Fue condenado a muerte en 1583, y fue procesado también en Andover, en el que volvió a ser condenado por haber afirmado la supremacía religiosa del Papa y haber negado el de la reina. Fue ahorcado y descuartizado en Winchester después de afirmar que moría por la fe secular de Inglaterra. 

Juan Miguel Langevin. Beato. (1731-1793). 
Martirologio Romano: En la ciudad de Angers, en Francia, beato Juan Miguel Langevin, presbítero y mártir, degollado por razón de su sacerdocio, siendo el primero de una larga lista de más de ciento hombres y mujeres que, durante la Revolución Francesa, permanecieron unánimes y constantes en la confesión de la fe cristiana.
Nació en Ingrandes-sur-Loire, Francia. Párroco en Briollay (Francia). Se negó a prestar el juramento constitucional y por ello fue separado de su parroquia. Optó por la clandestinidad y ejerció el ministerio valientemente hasta que fue liberado por los vandeanos. Pero vencidos éstos y, llegada la época del terror, fue arrestado, condenado a muerte y guillotinado en la plaza de Angers el 30 de octubre de 1794. Fue beatificado el 19 de febrero de 1984 por el papa Juan Pablo II.

Alejo Zaryckyj. Beato. (1912-1963). 
Martirologio Romano: En la localidad de Dolinka, cerca de Karaganda, en el Kazajstan, beato Alejo Zaryckyj, presbítero y mártir, que en un régimen contrario a Dios fue deportado a un campo de concentración, y en el combate por la fe alcanzó la vida eterna
Nació en Bilche, Lviv (Ucrania). Recibió la ordenación sacerdotal en la archieparquía de Lviv en 1936. Fue párroco en Strutyn y en Zarvanytsia. 
En 1948 las autoridades soviéticas lo detuvieron en Riasna Ruska (Lviv), ciudad a la que se había trasladado durante la II Guerra Mundial. Lo condenaron a 8 años de exilio en Karaganda (Kazajstán). Fue excarcelado en 1956 gracias a una amnistía general. Volvió primero a Halychyna y después a Karaganda, con el propósito de organizar las comunidades católicas uniatas clandestinas. En 1962 lo arrestaron de nuevo y lo condenaron por “vagabundo” a dos años de cárcel. Tenía 51 años cuando murió en el hospital del campo de concentración de Dolinka.