Nació en el seno de una familia noble. Dejó el mundo sin ninguna queja, y que le hubiera podido ofrecer mucho. Fue una de las compañeras de santa Catalina de Bolonia, primero en Ferrara, después en Bolonia. Y fue entre sus cohermanas clarisas modelo de virtud y de paciencia. Fue una de las 16 compañeras que siguieron a Catalina y trabajaron con ella en la fundación del célebre monasterio del Corpus Domini. Parece que fue una de las discípulas predilectas de la mística santa franciscana. La predilección de santa Catalina de Bolonia por Juana Lambertini era debido sobre todo al gran espíritu de mortificación y de humildad de la joven, que la hacía particularmente cercana al corazón de su maestra.
La misma santa Catalina, narrando uno de sus éxtasis, publicados después de su muerte, relata una visión que respecta la beata Juana. Escribe que tuvo una visión del Paraíso, en el cual estaban preparados dos asientos, uno más alto, el otro más modesto. Una voz le dijo: "Esta silla bella y adornada es de sor Catalina‚...‚. "Señor -preguntó entonces Catalina- y ésta otra ¿de quién será?". "Esta otra será de sor Juana".
Fue vicaria del convento de Ferrara y de Bolonia. Santa Catalina la recordó en su lecho de: " Yo me voy, y no estaré más con vosotras; yo os dejo la santa paz, y esta es lo que os aconsejo. Os recomiendo la vicaria, la cual ha sido para mi, buena y fiel hijita".
Juana Lambertini fue abadesa durante trece años. Y como en la visión de Catalina, su cuerpo reposa junto al de Catalina de Bolonia.
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