Martirologio Romano: En Constantinopla, san Gregorio Decapolitano, monje, que primero llevó vida monástica y después anacorética; se hizo peregrino, residió durante mucho tiempo en Tesalónica y, al final, en Constantinopla, donde rindió el alma a Dios combatiendo hasta la estenuación por la defensa del culto de las sagradas imágenes.
Nació en Irenópolis en la Decápolis Isaúrica (Asia Menor). Gregorio fue ordenado monje de joven y lucho intensamente para perfeccionarse, aquello que lo distinguía eran su dedicación a la oración y los conocimientos que poseía, considerándolos esencial para mantener su mente limpia y la soberanía moral de la carne. Todos los que le consultaban porque daba ese particular empeño en esas virtudes contestaba con las palabras de san Pablo: “Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre”. (1 Cor 9, 25).
Luego se hizo peregrino; hizo muchos viajes a Efeso, Corinto, Roma, Sicilia, residiendo mucho tiempo en Tesalónica, en el monasterio de San Menas y más tarde en Constantinopla, donde combatió a los iconoclastas y por esta razón soportó muchos sufrimientos. Murió en Constantinopla defendiendo con firmeza las imágenes sagradas.
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