Martirologio Romano: En Mortagne en Normandía, beata Margarita de Lorena, que, fue duquesa de Alençon, al quedarse viuda, profesó la obediencia a la vida regular en el monasterio de clarisas que ella misma mandó construir.

El castillo de Alençon lo convirtió en una especie de convento donde se vivía bajo la regla de santa Clara; el obispo de la diócesis le prohibió seguir con la vida ascética tan dura que llevaba; cediendo a las exhortaciones del obispo, Margarita aceptó cambiar de método: se dedicó a curar las llagas de los enfermos en un dispensario abierto por ella en Mortagne. Finalmente ingresó entre las clarisas pobres de Argentan, deseosa de compartir la durísima vida de las hijas de Santa Clara (este monasterio fue fundado por su patrocinio). Después de dos años de ejemplar y austera vida franciscana, enfermó y se preparó para la muerte. Murió como una verdadera clarisa, a la edad de 58 años. Sobre el pecho se le encontró una cruz de hierro con tres puntas que se clavaban en su carne. Su culto fue aprobado por SS. Benedicto XV, el 20 de marzo de 1921.
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