3 de octubre de 2014

Beato AMBROSIO FRANCISCO FERRO y compañeros. M. 1645.


Martirologio Romano: Junto al río Uruaçu, cerca de Natal, en Brasil, beatos Ambrosio Francisco Ferro, presbítero, y compañeros, mártires, que dieron la vida víctimas de la opresión que se desencadenó contra la fe católica

Sus nombres son: Antonio Baracho, Antonio Vilela Cid, Antonio Vilela hijo y su hija, Diego Pereira, Manuel Rodrigues Moura y su esposa, hija de Francisco Dias hijo, Francisco de Bastos, Francisco Mendes Pereira, Juan da Silveira, Juan Lostau Navarro, Juan Martins y siete jóvenes, José do Porto, Mateo Moreira, Simón Correia, Esteban Machado de Miranda y dos hijas suyas, Vicente de Souza Pereira.
Andrés de Soveral, Ambrosio Francisco Ferro y 28 compañeros. Estos son los primeros martirios sucedidos en tierra brasileña. Son los protomártires del Brasil. Son dos martirios sucedidos con unos meses de intervalo, y en el que junto a los fieles seglares parecieron dos animosos párrocos, los presbíteros el jesuita Andres de Soveral y Ambrosio Francisco Ferro, sacerdote diocesano. 
Este doble martirio se sitúa en la pugna de Holanda contra España para apoderarse al menos de una parte del Brasil, sobre todo con miras coloniales y económicas, pero también con la pretensión de imponer el calvinismo. España y Portugal tuvieron el mismo soberano desde 1580 hasta que en 1640 el duque de Braganza se sublevó contra Felipe IV y logró proclamarse rey de Portugal. La enemistad entre Holanda y España repercutió en las tierras brasileñas, y en 1624 llegó la escuadra holandesa al Brasil. En 1640 el nuevo rey de Portugal hizo las paces con Holanda, pero en Brasil se renovaron las hostilidades y la diferente confesión religiosa fue motivo de fuertes discordias y en este ambiente se producirá la persecución religiosa. 
El evangelio había llegado al Río Grande del Norte, en 1597, por parte de los misioneros jesuitas, franciscanos y sacerdotes diocesanos llegados de Portugal. Comenzaron la catequesis de los los indios potiguara, algunas de cuyas tribus eran caníbales. En este ambiente hostil la siembra de los misioneros produjo sus frutos: la creación de comunidades cristianas, pacificación, construcción de capillas... En 1630, los holandeses invadieron aquellas tierras y se hicieron con el poder, y quisieron convertir a los nativos al calvinismo. 
La persecución anticatólica no impidió que los ya católicos siguieran practicando su religión y que funcionase la organización pastoral de la Iglesia. Esta organización constaba de dos parroquias: una, la de Nuestra Señora de la Presentación, en la población de Natal, capital hoy de la diócesis, y otra en el pueblo de Cunhaú, dedicada a Nuestra Señora de la Candelaria. De la primera parroquia era párroco don Ambrosio Francisco Ferro y de la segunda Andrés de Soveral. 
En 1645, hubo una revuelta de campesinos contra los holandeses, hasta que lograron expulsarlos de aquellos territorios, pero la persecución religiosa entre los calvinistas holandeses, ayudados por algunas tribus indígenas, contra las comunidades católicas comenzó de forma atroz.
El 16 de julio de 1645, ocurrió la primera matanza la del beato Andrés Soveral y el segla Domingo Carvalho (Ver) 16 de julio.
La segunda persecución fue el el 3 de octubre de aquel año, los holandeses llegaron al pueblo de Uruçu, la reacción fue la huída. Todos buscaron refugio. Pero fue inútil, pues los holandeses, acompañados de unos 200 indios convertidos al calvinismo lograron localizarlos, juntamente con don Ambrosio Francisco Ferro. Eran hombres, mujeres y niños, parientes entre sí. Comenzó la tortura de los detenidos con gran crueldad y después a su ejecución. A Mateo Moreira, laico, sencillo y profundamente religioso, el arrancaron el corazón y murió exclamando: “Alabado sea el Santísimo Sacramento”. Nos ha quedado el nombre de algunos de de ellos: Antonio Vilela, el joven, y una de sus hijas, José Do Porto, Francisco de Bastos, Diego Pereira, Juan Lostau Navarro, Antonio Vilela Cid, Esteban Machado de Miranda y dos de sus hijas, Vicente de Souza Pereira, Francisco Mendes Pereira, Juan da Silveira, Simón Correia, Antonio Baracho, Juan Martins y siete jóvenes compañeros. Manuela Rodríguez Moura y su esposa; una hija de Francisco Díaz, el joven. Estos últimos todavía no han sido beatificados, sino que están en proceso. 

Del animador del este grupo de hoy es Ambrosio Francisco Ferro: era portugués y había nacido en las Azores. Luego emigró a Brasil y se ordenó sacerdote en la diócesis de Bahía. Había sido nombrado vicario de Río Grande en 1636. Era generoso, muy piadoso y desinteresado. Cuando conoció las matanzas que se perpetraban por parte de los calvinistas holandeses y que no tenían otro propósito que ahuyentar a los portugueses de la región, temió lo peor para sus feligreses y trató de salvar sus vidas. Les alentó a refugiarse en la Fortaleza de los Reyes Magos, llamada luego Castelo de Keulen, que estaba en la aldea cercana al Uruaçú.
Ayudó a construir defensas y empalizadas por si llegaban los perseguidores que habían perpetrado la matanza de Cunhaú y de los que se sabía que seguían haciendo estragos por la región. No quedan datos de su martirio. Parece que fue de los primeros en ser atravesado por una espada, precisamente por ser el sacerdote del grupo y ser conocido por los asesinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario