Martirologio Romano: En la ciudad de Carrión de Calatrava cercana a Ciudad Real siempre en España, beatos mártires Juan Pedro (José) Bengoa Aranguren, sacerdote, y Pablo María (Pedro) Leoz Portillo, religioso de la Congregación de la Pasión, y Jesús Hita Miranda, religioso de la Sociedad de María, que, durante la persecución, fueron fusilados por los milicianos por odio a la Iglesia.
En Carrión de Calatrava (Ciudad Real) fueron fusilados el día 25 de septiembre de 1936 tres religiosos, de los cuales dos eran pasionistas y uno marianista. Los pasionistas pertenecían al convento de Daimiel (Mártires Pasionistas de Daimiel, grupo de Ciudad Real) que fue mandado evacuar en la noche del 21 al 22 de julio de 1936; luego de recibir la absolución y la sagrada comunión los religiosos abandonaron el convento y se dividieron en grupos. Uno de esos grupos lo formaron los dos pasionistas rememorados hoy. El resto de los pasionistas, hasta un total de 26, murieron en fechas diversas: 23 y 25 de julio, 25 de septiembre y 23 de octubre.
El día 24 de septiembre habían sido arrestados en la fonda de Ciudad Real donde vivían, les llevaron al seminario, convertido en checa, y de allí sobre las diez de la noche los sacaron y los llevaron a Carrión de Calatrava, donde entrada la madrugada los asesinaron. Fueron arrojados sus cuerpos a un pozo, y ha sido luego imposible identificarlos entre tantos fusilados. Ahora descansan en el Valle de los Caídos. Fueron todos beatificados por el papa Juan Pablo II el día 1 de octubre de 1989. Estos son sus datos:
Juan Pedro nació en Santa Águeda de Guesatíbar (Mondragón, Guipuzcoa) en 1890. Ingresó en los pasionistas de Angosto (Álava) en 1907. Cambió su nombre de José María por el de Juan Pedro de San Antonio. Fue enviado a Méjico donde sufrió la persecución religiosa y de allí pasó a los Estados Unidos, donde fue ordenado sacerdote, en 1916, a la ciudad de Chicago. Fue enviado a Daimiel (Guadalajara) como vicario y director de estudiantes. En 1920, fue elegido superior de Toluca (Méjico), donde ejerció una gran labor apostólica que será recordada. En 1923, regresó a España donde ocupó varios oficios apostólicos en diversos conventos. En 1932, fue destinado como vicario a Damiel. Tenía la salud mermada y frecuentemente necesitaba usar bastón e incluso muletas. En Daimiel compartió con el P. Felipe Valcobado la dirección espiritual de las religiosas, aunque donde más acudía era al asilo de los Ancianos Desamparados. Nunca guardó rencor a nadie. Su lema fue; "Trabajar por las almas y por el prójimo".
Pablo María nació en Leoz (Navarra), en 1882, en el seno de una familia campesina y se llamaba Pedro. Tuvo vocación tardía y en 1908 ingresó en el noviciado de Gaviria (Guipuzcua) donde cambio su nombre por el de Pablo María de San José. Nota característica suya era la caridad para con los pobres. Era el hermano portero y hermano postulante del convento de Daimiel, y no pronunció nunca una palabra que no estuviera dirigida a la edificación del prójimo y a la gloria de Dios, a pesar de que sufría mucho pues recibía muchos insultos cuando iba a pedir limosna. Menos pegarle, le decían toda clase de improperios. Callar y sonreir fue el resumen de su vida.
Jesús Hita nació en Calahorra (La Rioja) en el seno de una familia de campesinos en 1900. A los once años ingresó en el seminario de su ciudad natal. Dos años más tarde ingresó en el convento marianista de Nuestra Señora del Pilar de Escoriaza en Guipúzcoa. Tenía una ligera tartamudez que venció con gran tesón. En 1821 terminó su formación. En 1928 hizo sus votos religiosos.
Licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza. Sus superiores le admitieron la profesión definitiva en la Compañía de María pero no en el sacerdocio (1928) “Dios lo ha querido, y sólo pienso en hacerme lo más idóneo posible para ser útil a la Compañía de María”. Fue profesor de la comunidad de Suances en Santander, luego en Escoriaza, Vitoria, Ciudad Real, Jerez y Madrid donde impartió clases de historia, latín y biología. Cuando comenzó la persecución religiosa, tuvo miedo, pero con la oración supo vencerlo y aceptar la posibilidad del martirio.
La Guerra Civil le cogió en Ciudad Real en el colegio de Nuestra Señora del Prado. El Gobierno confiscó el colegio y los religiosos dispersados en distintas fondas de la ciudad. En la mañana del 25 de Septiembre un grupo de milicianos se lo llevaron con otros sacerdotes que estaban en la pensión de doña Ramona.
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