Martirologio Romano: En España, Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén (España), y de cinco compañeros sacerdotes, asesinados por odio a la fe.
Nació en Adanero, Ávila (España) en 1860. Hijo de un molinero, realizó sus estudios eclesiásticos en Ávila, y fue ordenado presbítero en 1892. Se licenció en Derecho en la Universidad de Valladolid. Fue canónigo magistral de León y lectoral de Madrid. En 1909 fue elegido obispo de Lugo. Fue nombrado senador en 1916.
En 1919 Benedicto XV lo nombró obispo de Jaén, diócesis de la que tomó posesión por poderes el 14 de junio de 1920. En su escudo rezaba el lema: “Quien a Dios tiene, nada le falta”.
El 2 de agosto de 1936 fue detenido en su domicilio del palacio episcopal junto con su hermana Teresa Basulto y el esposo de ésta, Mariano Martín, así como el deán de la catedral, beato Félix Pérez Portela. Encarcelado en la catedral de Jaén, el 11 de agosto fue incluido en la segunda expedición de “Trenes de la muerte” que partió de Jaén con destino a la prisión de Alcalá de Henares (Madrid). Llegó el día 12 del mismo mes a las proximidades de Madrid, la entonces cercana localidad de San Cristóbal de los Ángeles, donde se encontraba la ‘estación o apeadero de Santa Catalina’ cercana al pueblo de Vallecas, allí, un abundante número de milicias armadas procedentes de dicho pueblo les esperaban en el apeadero, haciéndose de inmediato con los diez vagones del convoy y conduciéndolos acto seguido a un lugar llamado ‘El Pozo del Tío Raimundo’. Acto seguido les hicieron bajar a todos, y en pequeños grupos los fueron fusilando en el repecho que había próximo al cerro de Santa Catalina, mientras que unos 40 lograron salvarse saltando del tren en el momento de ser éste detenido en aquel apeadero.
El obispo y 190 presos más fueron ametrallados en las inmediaciones del Pozo del Tío Raimundo, y sus cadáveres saqueados.
Dos de los supervivientes, dijeron que el obispo cayó de rodillas, exclamando: “Perdona, Señor, mis pecados y perdona también a mis asesinos”. Estos asesinatos, fueron seguidos del despojo de los cadáveres de las víctimas, efectuado por la multitud y por las milicias, que se apoderaron de cuantos objetos tuvieran algo de valor, cometiendo actos de profanación y escarnio y llevando parte del producto de la rapiña al local del Comité de Sangre de Vallecas, cuyos dirigentes fueron, con otros, los máximos responsables del crimen relatado. Se encuentra enterrado en la cripta de la iglesia del Sagrario de la Catedral de Jaén.
Encabeza un grupo formado por 3 sacerdotes diocesanos: Vicario General Don Félix Pérez Portela, Don Francisco Solís Pedrajas, Párroco y Arcipreste de Mancha Real, Don Francisco de Paula López Navarrete, Párroco y Arcipreste de Orcera,1 seminarista: Manuel Aranda Espejo y 1 laico: José María Poyatos Ruiz, joven de Acción Católica. Fueron beatificados el 13 de octubre de 2013 por SS Francisco.
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