Martirologio Romano: En el lugar llamado El Saler, cerca de Valencia, en España, beato Antonio Silvestre Moya, presbítero y mártir, que, en el furor de la persecución contra la fe, llegó victorioso al reino celestial por su testimonio constante de Cristo.
Nació en L`Ollería. Hijo de un guardia civil, estudió en el Seminario de Valencia y se doctoró en Teología. Ordenado en 1915, estuvo destinado en Calp, Quatretonda, Otos, La Font de la Figuera y, por último, en Xátiva en la parroquia de Santa Tecla como cura ecónomo. Se destacó siempre por su espíritu de concordia en tiempos difíciles para la Iglesia y los católicos.
Iniciada la guerra española en julio de 1936, su templo fue incendiado en los primeros días de agosto, y el párroco hubo de pasar a la clandestinidad, pero no por eso dejó de visitar y administrar los sacramentos a los enfermos, celebrando la misa en su casa. El 7 de agosto bajó el sagrario a una dependencia de la planta baja e hizo ante él la consagración al Corazón de Jesús ofreciendo su vida. Al anochecer, llegaron unos milicianos y, pese a la resistencia de la familia, se llevaron al sacerdote. Llevado aquella madrugada al puerto de Cárcer, allí le dispararon varios tiros. Arrastrándose, llegó a Llosa de Ranes, donde lo curaron, pero a la mañana siguiente volvieron los milicianos. Al meterlo en el coche, él hizo la señal de la cruz y dijo que perdonaba a todos. Luego lo llevaron a El Saler y allí lo mataron. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 en la ceremonia conjunta de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia de los años 1936-1939.
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