Martirologio Romano: En Winchester en Inglaterra, beatos mártires Rogelio Dickenson, sacerdote, y Rodolfo Milner, agricultor y padre de familia, pobre y analfabeto, pero firme en la fe, los cuales bajo la reina Isabel I fueron capturados juntos y ejecutados con el suplicio del patíbulo. Junto a ellos se hace memoria del beato Lorenzo Humphrey, joven, que por abrazar la fe católica murió ahorcado en el mismo lugar en un día desconocido.
Interrogatorios y torturas |
Rogelio nació en Lincoln en el seno de una familia protestante; convertido al catolicismo, en 1582, estudió en Reims donde fue ordenado sacerdote en 1583.
De regreso a Inglaterra, se le asignó el condado de Hamp como campo de trabajo apostólico, pero al poco tiempo fue descubierto como sacerdote y apresado. Fue encerrado en la cárcel de Bridewell, de donde pasó a la de Gatehouse, donde le torturaron y le maltrataron. En 1584 fue expulsado del país.
Poco tiempo después, volvió secretamente a Inglaterra, y se dedicó al apostolado en el condado de Worcester. Pero pensando en los fieles de Hamp, regresó a pesar del peligro, y allí estuvo trabajando durante cuatro años, acercando a muchos al catolicismo. Fue delatado por un falso católico y detenido mientras decía misa. Fue encarcelado en la cárcel de Marshalsea durante cinco meses, en los que sufrió tremendos interrogatorios y torturas con el fin de que delatara a las personas que le habían alojado y dónde celebraba la misa. Fue enviado a Winchester, donde le procesaron y condenaron como traidor junto con Rodolfo Milner, acusado de prestarle auxilio y asilo.
Rodolfo Milner era un campesino que había sido educado en el protestantismo. Viendo el contraste en la vida de sus vecinos católicos y protestantes, pidió ser instruido en el catolicismo y fue recibido en la Iglesia. El día mismo de su primera comunión fue encarcelado por ello. Estuvo prisionero varios años, aunque con frecuencia se le dejaba libre «bajo palabra». El beato aprovechaba esas ocasiones para conseguir limosnas y ayuda espiritual para sus compañeros de prisión y, con su conocimiento de la región, facilitaba el trabajo de los misioneros. Así conoció al P. Stanney, S.J., quien más tarde escribió su biografía eh latín. El P. Stanney arregló las cosas de suerte que el sacerdote diocesano Rogelio Dickenson pudiese ir a vivir a Winchester.
Ambos sufrieron juntos el martirio y forman una de las parejas más conmovedoras en la galería de los mártires ingleses. El mismo tribunal condenó a muerte a siete doncellas nobles por haber permitido que el P. Dickenson celebrase la misa en sus respectivas casas; pero las siete fueron indultadas. Aunque dichas doncellas suplicaron que se les concediese la gracia de morir con su pastor, pues querían compartir el castigo como habían compartido con él la supuesta culpa, fueron nuevamente enviadas a la prisión.
El juez, compadecido de Milner, quien era ya anciano y cuya mujer y ocho hijos se hallaban presentes, le aconsejó que hiciese, por pura fórmula, una visita a la parroquia protestante para salvar la vida. Pero, según Challoner, Milner contestó: «¿De suerte que vuestra señoría me aconseja que reniegue de Dios por salvar los bienes perecederos o por evitar una pena a mi mujer y a mis hijos? No, no puedo seguir un consejo tan contrario a las máximas del Evangelio». Dado que el P. Stanney afirma que Milner era iletrado, es de suponer que se trata de una paráfrasis de su respuesta.
El patíbulo fue levantado en Barditch, barrió de las afueras de la ciudad, y se les ofreció la libertad si acataban la supremacía religiosa de la reina a lo cual se negaron. Mientras ahorcaban al P. Dickenson pronunciaba la frase de san Esteban: “Señor, recibe mi espíritu” que no terminó.
Lorenzo Humphrey era un joven de buena conducta, educado en el protestantismo. El P. Stanney le convirtió a la fe católica durante una discusión. El jesuita dejó un corto escrito en el que alaba mucho las virtudes de su neófito, el celo con que instruía a los ignorantes y la solicitud con que atendió a sus compañeros de prisión. Cierta vez, Lorenzo Humphrey cayó gravemente enfermo y en su delirio decía que «la reina era una prostituta y una hereje». Cuando esto llegó a oídos de las autoridades, el beato fue encerrado en un calabozo de la prisión de Winchester, aun antes de haber recobrado del todo la salud. En el juicio confesó que era católico, pero negó haber pronunciado palabras injuriosas contra la reina. A pesar de ello, fue ahorcado, arrastrado y descuartizado. Tenía veintiún años al morir. La fecha exacta del martirio del beato Lorenzo Humphrey se desconoce. Fueron beatificados en 1929.
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