Martirologio Romano: En el pueblo de Castelserás cerca de Teruel siempre en España, beatos mártires José María Muro Sanmiguel, sacerdote, Joaquín Prats Baltueña, religioso, de la Orden de Predicadores, y Zósimo Izquierdo Gil, sacerdote, que consiguieron por Cristo el premio glorioso durante la misma persecución contra la fe.
José María Muro nació en Tarazona, Zaragoza en 1905. Cursó los estudios de Humanidades, Filosofía y Teología en el Seminario de San Gaudioso. Desde 1928 desempeñó los cargos de Coadjutor de Villalengua, Regente de Purojosa, Coadjutor en Novallas. El año 1934 tomó el hábito dominicano en Calanda.
Cuando las milicias entraron en Calanda el P. Muro, huyendo del peligro, se dirigió a Torre Mazas camino de Alcañiz. El 29 de julio se acerca a una masía de Castelserás para preguntar por el camino más directo para ir a Alcañiz y le encaminan a otra masía donde se encontraban elementos significados del comité. Allí fue fusilado junto con el novicio Joaquín Prats Baltueña.
Joaquín Prats nació en Zaragoza en 1915. Recibió su primera instrucción en el colegio de los Padres Escolapios. Estudió latín y humanidades en la Precepturía de la misma Orden. Con el advenimiento de la República interrumpe los estudios eclesiásticos y emprende los del bachillerato universitario.
En 1935 se dirige a Calanda para ingresar como novicio de la Orden Dominicana. Era todavía novicio cuando dio comienzo la revolución.
La tarde del 27 de julio había decidido encaminarse, con otros religiosos, a Zaragoza, pero dada su constitución física algo endeble decidió dirigirse a Mas de Las Matas, a pocos kilómetros de Calanda, lugar de residencia de su abuelo paterno. Llega a Torre Mazas, en donde se encontró con el P. José María Muro Sanmiguel. Desde ahora su historia es paralela hasta el martirio.
Zósimo Izquierdo nació en Villahermosa del Campo (Teruel) en 1895. Párroco de Castelserás, Zaragoza. Llevaba dieciséis años entregado al servicio parroquial, pero en Castelserás no hacía todavía un año. Su celo pastoral se había impuesto al margen de toda actividad política. Al llegar la persecución religiosa permaneció en la casa parroquial hasta que el 28 de julio un tiro contra una imagen de la Virgen de la fachada le hizo salir crucifijo en mano. Inmediatamente le apuntaron una serie de fusiles, pero él se limitó a decirles que no con fusiles se conquistaba el mundo, sino con el amor. Un miliciano quiso apuñalarle. Pero el comandante de la plaza no permitía que se aplicase la pena capital sin juicio previo.
Detenido fue interrogado varias veces. Al preguntarle a qué se dedicaba, contestó: “A servir a Dios y a la Virgen, y hacer bien a todos”. Cuando los perseguidores se mofaban con burlas soeces, él correspondía con una delicada sonrisa.
Finalmente lo sacaron junto con dos religiosos dominicos y los llevaron al lugar del suplicio. Se arrodillaron, y al preguntarles qué hacían, Zósimo contestó: «Oramos para encomendamos a Dios y pedir que os perdone pues no sabéis lo que hacéis». Varios disparos acabaron con sus vidas. Murió mártir en Castelserás.
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