(it.: Massimo di Torino).
Martirologio Romano: En Turín, en la Liguria, san Máximo, primer obispo de esta sede, que con su paterna palabra llamó al pueblo pagano a la fe de Cristo, y con sólida doctrina lo condujo al premio de la salvación eterna.
Las pocas noticias que tenemos de él nos las ofrece Genadio en su libro “De viris illustribus”. No se sabe su lugar de procedencia, pero se sabe que no nació en Turín. Primer obispo de Turín durante el atormentado período de las invasiones bárbaras en la Italia septentrional. Escribió varios sermones y escritos ascéticos -que todavía existen-, donde se demuestran su gran conocimiento de las Escrituras y su magisterio. Máximo exhortaba a todos los cristianos para que hiciesen el signo de la cruz al emprender cualquier acción, puesto que «por el signo de Jesucristo (hecho con devoción) se pueden obtener bendiciones sin cuento sobre todas nuestras empresas». En uno de sus sermones, abordó el tema de los festejos un tanto desenfrenados del Año Nuevo y criticó la costumbre de dar regalos a los ricos, sin haber repartido antes limosnas entre los pobres. Más adelante, en esa misma prédica, atacó duramente a «los herejes que venden el perdón de los pecados», cuyos pretendidos sacerdotes piden dinero por la absolución de los penitentes, en vez de imponerles penitencias y llanto por sus culpas.
Parece que estuvo en el concilio de Turín, en el que se reunió a las Iglesias de las Galias, en el 398. Su actividad pastoral se centró en terminar con los vestigios paganos de culto. Para hacer eficaz su programa de cristianización, pidió la colaboración de los terratenientes, que parecen fueron los destinatarios de su predicación. Aunque en Turín hubo arrianos, parece que su preocupación fue la propaganda judía extendida en la ciudad. Murió durante el reinado de Honorio y Teodosio II.
Las pocas noticias que tenemos de él nos las ofrece Genadio en su libro “De viris illustribus”. No se sabe su lugar de procedencia, pero se sabe que no nació en Turín. Primer obispo de Turín durante el atormentado período de las invasiones bárbaras en la Italia septentrional. Escribió varios sermones y escritos ascéticos -que todavía existen-, donde se demuestran su gran conocimiento de las Escrituras y su magisterio. Máximo exhortaba a todos los cristianos para que hiciesen el signo de la cruz al emprender cualquier acción, puesto que «por el signo de Jesucristo (hecho con devoción) se pueden obtener bendiciones sin cuento sobre todas nuestras empresas». En uno de sus sermones, abordó el tema de los festejos un tanto desenfrenados del Año Nuevo y criticó la costumbre de dar regalos a los ricos, sin haber repartido antes limosnas entre los pobres. Más adelante, en esa misma prédica, atacó duramente a «los herejes que venden el perdón de los pecados», cuyos pretendidos sacerdotes piden dinero por la absolución de los penitentes, en vez de imponerles penitencias y llanto por sus culpas.
Parece que estuvo en el concilio de Turín, en el que se reunió a las Iglesias de las Galias, en el 398. Su actividad pastoral se centró en terminar con los vestigios paganos de culto. Para hacer eficaz su programa de cristianización, pidió la colaboración de los terratenientes, que parecen fueron los destinatarios de su predicación. Aunque en Turín hubo arrianos, parece que su preocupación fue la propaganda judía extendida en la ciudad. Murió durante el reinado de Honorio y Teodosio II.
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