HISTORIA:
Esta antigua celebración mariana tuvo mucho arraigo en toda Europa y América, y aún hoy muchas de las devociones de la Santísima Virgen del tiempo de Semana Santa, tienen su día festivo o principal durante el Viernes de Dolores, que conmemora los sufrimientos de la Madre de Cristo durante la Semana Santa.
El Concilio Vaticano II consideró, dentro de las diversas modificaciones al calendario litúrgico, suprimir las fiestas consideradas "duplicadas", esto es, que se celebren dos veces en un mismo año; por ello la fiesta primigenia de los Dolores de Nuestra Señora el viernes antes del Domingo de Ramos fue suprimida, siendo reemplazada por la moderna fiesta de Nuestra Señora de los Dolores el 15 de septiembre. Aún así, en la tercera edición del Misal Romano (2000), hay un recuerdo especial a los Dolores de la Santísima Virgen en la celebración ferial de ese día, introducida por san Juan Pablo II.
La Santa Sede y las normas del Calendario Litúrgico contemplan que, en los lugares donde se halle fervorosamente fecunda la devoción a los Dolores de María y en sus calendarios propios sea tenida como fiesta o solemnidad, este día puede celebrarse sin ningún inconveniente con todas las prerrogativas que le son propias. (Cf. Tabla de los días Litúrgicos, Misal Romano)
REFLEXIÓN:
Una pequeña reflexión sobre el contenido espiritual de esta celebración. Los dolores de María es siempre dolor corredentor, dolor de corazón no sólo por la Pasión y Muerte de su hijo, es dolor que sufre al únisono del mismo Jesús, dolor por la humanidad, dolor por el empecinamiento de los seres humanos en permanecer en su animalidad biológica, más que desarrollarse en su espiritualidad que es lo que nos hace seres humanos, cuando trascendemos nuestra biología y optamos al más de nuestro ser como humanos.
Esta trascendentalidad sólo tiene un nombre: AMOR, el amor que nos hace felices, alegres, que es una energía imparable, el amor que es en sí mismo doloroso, afligido.
María, celebramos en este día, el amor de aflicción que tiene por todos nosotros, nos quiere como todas las madres que sufren por cualquier contrariedad que sufren sus hijos, que darían su vida si eso liberara a sus hijos del dolor y el sufrimiento... dar la vida como hizo Cristo.
Todos nosotros nos unimos al dolor de María, que es el de Cristo, del Padre del Espíritu Santo, por la infelicidad que nos produce nuestro egoismo, en definitivas cuentas nuestra falta de amor.
Este día no es un día de llanto, es un día de alegría por saber que nuestra Madre comprende nuestro dolor y nos indica el camino del amor, que es el camino junto a Cristo.
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