Martirologio Romano: En la ciudad de Ninh-Binh, en Tonkín, santos mártires Pablo Pham Khac Khoan, presbítero, Juan Bautista Dinh Van Thanh y Pedro Nguyen Van Hieu, catequistas, los cuales, después de pasar tres años encarcelados y torturados para que renegasen de la fe cristiana, finalmente, bajo el emperador Minh Mang, consumaron su martirio al ser decapitados.
Pablo Pham Khac Khoan (1771 - 1840). Nació en Duyen-Mau, Vietnam, entonces Tonkin Occidental en 1771; era sacerdote y párroco de Phu-Nac donde ejerció de manera ejemplar su ministerio, siendo muy querido por los fieles. Tuvo también bajo su cargo dos puestos de misión que eran ayuda de parroquia, Dong-Bien y Ton-Dao, que él visitaba puntualmente cada mes para asistir a los cristianos. Trabajó durante 40 años para la sociedad de Misiones Extranjeras de París.
En 1827, cuando volvía de Dong-Bien, fue capturado con sus dos catequistas: Pedro Nguyen Van Hieu y Juan Bautista Dinh Vanh Thanh.
Juan Bautista Dinh Van Thanh (1796 - 1840). Nació en Non-Khe, en el seno de una familia pagana en 1796. Al llegar a la juventud conoció el cristianismo y se bautizó. Fue catequista ligado a la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y concretamente trabajó con el padre Pablo Pham Khac Khoan.
Pedro Nguyen Van Hiu (1783 - 1840). Nació en Dong-Chuoi, Tonkin en 1783. Fue catequista vietnamita ligado a la Sociedad de Misiones extranjeras de París y concretamente al padre Pablo Pham Khac Khoan.
Los tres fueron conducidos a Ninh-Binh y permanecieron e la cárcel durante tres años, donde soportaron amenazas, torturas y malos tratos con el fin de que apostataran. Se mantuvieron firmes en la fe. Condenados a muerte, se retraso la sentencia de ejecución esperando que alguno apostatara, como no lo consiguieron; fueron decapitados. Los tres marcharon al martirio con ánimo sereno. Fueron canonizados el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II.
Los tres fueron conducidos a Ninh-Binh y permanecieron e la cárcel durante tres años, donde soportaron amenazas, torturas y malos tratos con el fin de que apostataran. Se mantuvieron firmes en la fe. Condenados a muerte, se retraso la sentencia de ejecución esperando que alguno apostatara, como no lo consiguieron; fueron decapitados. Los tres marcharon al martirio con ánimo sereno. Fueron canonizados el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II.
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