Martirologio Romano: En Seul, Corea, santos mártires Pablo Hong Yong-ju, catequista, Juan Yi Mun-u, que servía a los pobres y sepultaba los cuerpos de los mártires, y Bárbara Ch’oe Yong-i, la cual siguiendo el ejemplo de sus padres y de su marido ejecutados por el nombre de Cristo, fue decapitada junto a los otros.
Pablo Hong Yong-ju era hermano de san Pedro Hong. Fue apresado con su hermano y juzgado junto con él, pero su ejecucción fue desplazada porque la ley coreana prohibía matar a todos los hermanos o a padre e hijo juntos. Pablo tenía al momento del martirio 39 años. Los dos hermanos se dedicaban a la enseñanza del catecismo, al cuidado de los enfermos y otras actividades caritativas. Arriesgaron su vida en 1839 para esconder en su casa a los misioneros extranjeros, y por eso ya estaban marcados como posibles victimas. Cuando fueron apresados, se les instó a que revelaran el paradero de los cristianos y renegaran de su fe, pero ninguno de los dos realizó nada de ello. Llevados antes el fiscal jefe, resultó ser pariente suyo, y declinó torturarlos directamente, pero mandó hacerlo a unos subordinados. Murió, como su hermano, decapitado.
Juan Yi Mun-u (1809-1840). Provenía de una familia cristiana y noble de Tong-san-mit. Quedó huérfano a los 5 años, y fue llevado a la capital, donde quedó en adopción de una familia también cristiana. De joven se volcó a la piedad, e incluso había decidico guardar el celibato, aunque por deferencia a su madre adoptiva, aceptó casarse, auqnue su esposa murió muy pronto, por lo que quedó solo, con sus dos niños; sin embargo, esta circunstancia no lo indujo a contraer nuevamente matrimonio. A los treinta años era un activo catequista, acompañaba a los misioneros en la administración de los sacramentos, y cuando estalló la persecución de 1839, organizaba colectas de limosnas para el sostén de los necesitados de la comunidad, y se dedicaba, junto con otros, a recoger los cuerpos de los mártires. Se escondió en la provincia, pero fue igualmente apresado y, después de torturarlo, fue decapitado.
Barbara Ch’oe Yong-i (1818-1840). Era hija santa Magdalena Son, canonizada en este mismo grupo de 103 mártires. Fue muy devota desde niña, y cuando sus padres trataron de arreglar su matrimonio, pidió que quien fuera a ser su marido fuera un católico ferviente, no importaba si rico o noble. Así se casó con un hombre mucho mayor, 44 años, Carlos Cho, cuando ella tenía apenas 20 años en aquel momento. Al año siguiente dio a luz a un hijo. La pareja se animó mutuamente en la virtud y la práctica de la religión. Cuando Barbara fue detenida, llevó a su hijo -de menos de 2 años- con ella a la cárcel, sin embargo era muy difícil para el niño permanecer en prisión, no había luz ni alimentos suficientes, e incluso Bárbara temía flaquear en su decisión de dar la vida por Cristo, por lo que dejó finalmente al niño a cargo de familiares. Fue torturada para que revelara el paradero de los católico, fue golpeada 250 veces y su cuerpo se retorcía. Escribió desde la cárcel una carta en la que decía: "¡Qué triste estoy de perder a los míos en el martirio! Pero cuando pienso en cielo, quedo consolada, y doy gracias a Dios por el privilegio tan especial de ser mártir. Mi corazón se llena de felicidad". Fue asesinada el 1 de febrero, un día después de su madre. Fueron canonizados el 6 de mayo de 1984 por san Juan Pablo II.
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