(it.: Silvestro di Troina).
Nació en Troina (Sicilia, Italia). No se sabe mucho de él, pero nos han llegado algunos relatos de varios episodios de los que fue protagonista. Ingresó muy joven en el monasterio de San Michele de Troina, de monjes basilianos, y se destacó por su gran caridad.
Los historiadores locales nos narran que un día marchó a Catania para venerar a santa Águeda en el día de su festividad; el milagro está en que el monasterio dista de la ciudad siciliana unas 40 millas y el fue a pie ida y vuelta en una hora. Otra vez se encontró con un pobre mendigo al que demostró su caridad y resultó ser el mismo Jesucristo.
Hacia el 1155 se fue hasta Roma para visitar al nuevo papa Adriano VI, el cual lo ordenó sacerdote. A su regreso, hizo un alto en Palermo, aquí curó el joven Guillermo, hijo del rey de Sicilia, Guillermo I, este hecho le procuró una gran fama de santidad y cuando volvió a su monasterio de Troina fue elegido abad.
Años después se retiró, deseando una mayor ascesis, en una celda que estaba junto a un oratorio dedicado a san Bartolomé, a poca distancia del monasterio. Murió en Troina. Su culto “ab immemorabili”, fue confirmado por el papa Julio III.
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