(Pedro Damasceno).
Piedra firme. Roca.

Cuando nuestro santo llegó a los 60 años cayó enfermo, perdiendo la esperanza de morir mártir, pero hizo un intento: mando llamar por medio de su siervo a los notarios musulmanes para dictar en su presencia el testamento; entonces hizo una pública confesión de fe cristiana, lanzando violentas invectivas contra el Islam. Los contrariados musulmanes, en vez de matarlo inmediatamente, decidieron pasarlo por alto, viendo su estado. Poco después llegó la noticia de su muerte; sin embargo, no era cierta, sino que más bien Pedro se restableció milagrosamente y se puso a predicar públicamente en la plaza.
La cuestión llega a oídos del príncipe Walid I, que juzgó a Pedro, y le ofreció la absolución a cambio de la apostasía. Puesto que el acusado no renegó de la fe, se le condenó a muerte, tanto a él como a sus hijos. La pena se aplicaría en su propia ciudad de Capitolías, no sólo para castigo de los reos sino para escarmiento de los demás, y consistió en la aplicación de tremendas torturas, desde el día 10 de enero hasta el día 13: fue mutilado, cegado, colgado en una cruz y por último decapitado.
Brillante testimonio. San Pedro ruega por nosotros.
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