(Francisca Valverde González).
Martirologio Romano: En Casillas de Martos, Jaén, España, beata Victoria de Jesús, en el siglo Francisca Valverde González, religiosa del Pío Instituto Calasanzio de la Divina Pastora, asesinada por odio a la fe.
Martirologio Romano: En Casillas de Martos, Jaén, España, beata Victoria de Jesús, en el siglo Francisca Valverde González, religiosa del Pío Instituto Calasanzio de la Divina Pastora, asesinada por odio a la fe.
Francisca Inés Valverde González nació en Vicálvaro, Madrid (España). Era una mujer de vida sencilla, muy delicada de salud, cuya preocupación constante era servir a con diligencia y caridad a quien de su ayuda necesitase. De ella se dice que nunca tuvo enemigos dada su suavidad de trato, su dulzura y caridad con todos; su vida era sencilla y sin ruidos.
Solicitó la entrada al noviciado de las religiosas del Pío Instituto Calasanzio de la Divina Pastora de Sanlúcar de Barrameda en 1910 y el 28 de agosto vistió el hábito en el todavía “Beaterio de la Divina Pastora de Sanlúcar de Barrameda”. Desde este momento toma el nombre de Victoria de Jesús.
En 1912 es destinada a la Comunidad de Monóvar (Alicante) llevando una vida de sencillez y servicio, en el anonimato, por sólo tres años, pues en 1915 recibe el destino a Monforte de Lemos (Lugo). Aquí solicita los Votos Perpetuos que los emite el día 17 de septiembre de 1916. Llegó a Martos (Jaén) en 1917 con el fin de realizar una fundación. En 1922 fue nombrada Superiora de la casa, siendo trasladada poco después a Sanlúcar para regresar a Martos como Superiora en 1931.
Iniciada la guerra, las religiosas abandonan el colegio y se esconden en casas de amigos en el mismo Martos. La preocupación de la M. Victoria son sus Hermanas y no piensa abandonar Martos hasta que la última de las Religiosas Calasancias lo haga. Obligada, junto con las últimas Hermanas que quedaban en el convento, a abandonarlo fueron testigos de como los milicianos invadieron la casa entera y profanando los objetos religiosos que encontraban a su paso. Previamente las hermanas habían ya consumido las formas sacramentales que había en la capilla evitando así el sacrilegio. Así permanecerá hasta el 12 de enero de 1937, a altas horas de la noche, es capturada por los milicianos republicanos. Interrogada por el paradero de sus Hermanas, responde: “Mis hijas no han hecho nada, soy yo la responsable de todas y la que debo sufrir lo que a ellas les quieran hacer”.
Pasó esa noche en oración junto a las Superioras de los monasterios de Trinitarias (beata Francisca de la Encarnación) y Clarisas (Isabel de San Rafael). En la madrugada del 13 de enero son conducidas junto a cincuenta detenidos a las cercanías de Las Casillas. Fusilado aquel grupo, mandan a las Religiosas que entren en el cementerio. Temiendo intenten forzarlas para abusar de ellas, Madre Victoria se aferra a la verja de la puerta del cementerio. Allí comienzan a dispararla, entregando su vida a su amado Jesús.
Uno de sus verdugos quiso quitarle el anillo de profesión perpetua que tenía puesto y no pudiendo hacerlo porque el cadáver tenía las manos hinchadas por lo que para llevar a cabo aquel robo le cortaron el dedo. El anillo luego fue recuperado y es una de las reliquias guardadas por el Instituto.
Hasta el día siguiente estuvieron los cuerpos esparcidos por el suelo y sin enterrar; como el espectáculo horrorizaba nadie quería acercarse al lugar, hasta que el Alcalde de Martos mandó que los enterraran en el mismo cementerio de Las Casillas, donde permanecieron hasta el final de la guerra. Finalizada la contienda, los restos de todos los asesinados en el término de Martos fueron trasladados a la cripta de la llamada Capilla de los Mártires de la Iglesia de la Villa. Fue beatificada por el papa Francisco el 13 de octubre de 2013.
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