Martirologio Romano: En la isla de Palmaria, en Italia, tránsito de san Silverio, papa y mártir, el cual, no queriendo rehabilitar a Antimo, obispo herético de Constantinopla depuesto por su predecesor san Agapito, por orden de la emperatriz Teodora fue privado de su sede y enviado al destierro, donde murió desgastado por los sufrimientos.

Para poderlo detener se inventaron que había traicionado al Estado ayudando a los godos de Teodato que lo había nombrado Pontífice. Fue apresado, vestido de monje, y conducido al destierro a Patara, en Licia, donde "afligido de pobreza, calamidades y miseria, de puro maltratamiento vino a morir". Justiniano, le devolvió la dignidad episcopal, se le permitió volver a Italia, pero no acercarse a Roma. Parece que fue obligado a abdicar en el 537.
Murió en la isla de Palmaria y como dice el “Liber Pontificalis”: se había nutrido "del pan de la tribulación y del agua de la angustia". En torno a su sepulcro en Roma se produjeron muchos milagros y se convirtió en lugar de peregrinación. Desde el 1969 su culto se ha limitado a los calendarios locales.
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