Martirologio Romano: En Neustria septentrional, san Judoco, presbítero y eremita, quien, siendo hijo de Jutael, rey de Armórica, y hermano de san Judicael, para no ser obligado a suceder a su padre abandonó la patria y se dedicó a la vida eremítica.

Después de detenerse en Avranches, después en Chartres, los doce peregrinos llegaron a París, donde pasaron algunos días. Desde allí en vez de tomar el camino directamente hacia Italia, subieron hacia el norte, hicieron una parada en Amiens, hasta que llegaron a un lugar llamado Villa San Pedro, que se debe identificar con Dompierre-sur-Authie, cerca de Crécy (Somme). Fueron acogidos por Aimonio, duque de Ponthieu, que se hizo amigo de Judoco, hasta el punto de no quererlo dejar marchar cuando los otros peregrinos se pusieron en camino y, solicitó al obispo de Amiens que lo ordenara sacerdote, y así lo tuvo junto a sí como su capellán.
Después de siete años, Judoco rogó a Amonio que lo dejara libre y le indicara un lugar tranquilo donde pudiera vivir como eremita. El duque lo guió a un lugar llamado Brahic. Como muchos eremitas Judoco cambió muchas veces de lugar de retiró: después de ocho años se estableció en Runiac, donde construyó una capilla dedicada a san Martín. Trece años después se retiró a un lugar donde se levantará la abadía de Villiers-Saint-Josse, y donde construyó dos pequeños oratorios de madera, en honor a san Pedro y san Pablo. Parece, porque no tenemos noticias seguras, que realizó su peregrinación a Roma. Terminó sus días como ermitaño en Ponthieu.
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