Martirologio Romano: Memoria de san Juan de la Cruz, sacerdote de la Orden de los Carmelitas y doctor de la Iglesia, que, ante la invitación de santa Teresa de Jesús, fue el primero entre los frailes en agregarse a la reforma de la Orden, por él sostenida entre innumerables fatigas, trabajos y ásperas tribulaciones. Comos atestiguan sus escritos, ascendió a través de la noche oscura del alma a la montaña de Dios, buscando una vida interior escondida en Cristo y dejandose arder de la llama del amor de Dios. En Úbeda en España reposo, al final, en el Señor.
Se llamaba Juan de Yepes Álvarez y había nacido en Fontiveros (Ávila); se quedó pronto huérfano de padre, y se acogió a la protección de la Virgen, pues la familia quedó en la ruina total. Probó oficios en Arévalo, pero terminó pidiendo en la calle para un colegio; pero le llamaba el estudio. En 1562, se alojó y sirvió a los enfermos en el hospital de Medina de Campo, pero su oficio era pedir para el hospital; y, desde allí, acudir a las clases de la Compañía de Jesús. Ingresó en la Orden del Carmen en 1563 en el convento de Santa Ana de Medina del Campo. Cursó Artes y Teología en la universidad de Salamanca desde 1564 al 1567; y, ya sacerdote en 1567, se sintió atraído por la vida del Cartujo. Cuando conoció la obra de santa Teresa de Jesús, decidió iniciar el estilo carmelitano de la santa de Ávila, ella tenía 52 años y él 25 años. En el 1568, con el nombre de Juan de la Cruz (antes se llamaba Juan de San Matías), comenzó la reforma con dos compañeros en Duruelo. Posteriormente introdujo la reforma en otros conventos: Mancera de Abajo (Salamanca), Pastrana, (Guadalajara), -como maestro de novicios-, y en el colegio universitario de Alcalá de Henares. Desde 1572 al 1577, fue el confesor de las carmelitas del convento de la Encarnación en Ávila, donde Teresa de Jesús lo había presentado como "un padre que es santo". En Ávila dejó fama de su poder taumatúrgico sobre el mal, aplicando exorcismos en algunos casos muy significativos.
En 1575, un capítulo general de los carmelitas, en Piacenza, emitió un severo juicio contra la acción de los reformadores de la regla de Castilla y fue definido por sus hermanos calzados como "peligroso desobediente, rebelde y contumaz". Sufrió procesos por la Inquisición y los "calzados" que se opusieron a su reforma. Tuvo que sufrir la cárcel en el convento del Carmen de Toledo, donde soportó penas físicas y morales hasta la angustia mística del Getsemaní, describiendo sus experiencias místicas en las primeras estrofas del “Cántico espiritual”. Por intervención de María, pudo huir y refugiarse entre las carmelitas descalzas, que lo escondieron en un estado físico, "desfigurado como una imagen de la muerte", mientras él hablaba de sus perseguidores como de insignes bienhechores.
En 1578, los carmelitas descalzos se separaron definitivamente de los calzados. Marchó a Andalucía, donde pasó el resto de sus días, primero como superior y fundador del convento de Baeza, Jaén, (1579), donde empezó a redactar su doctrina (“Subida al monte Carmelo” y “Noche oscura”); y más tarde como prior en Granada (1582), donde ultimó el “Cántico espiritual” y la “Llama de amor viva”. Fue nombrado vicario provincial de Andalucía en 1585 a 1587. Fue a Lisboa para asistir a varios capítulos generales de los descalzos. En 1588, fue nombrado prior de Segovia; pero después de haber pedido al Señor ser menospreciado y tenido en nada, fue marginado por el capítulo general de Madrid en 1591, hasta ser humillado y pisoteado. Fue destinado a Méjico, pero la expedición no llegó a partir. Entretanto fray Juan vivió entregado a la contemplación y a la vida campesina en el convento solitario de La Peñuela.
En la opción que se le ofreció entre dos conventos, prefirió no ir a Baeza (al que amaba) y se fue al de Úbeda, que le era hostil (aquí había sufrido, cubierto de llagas que supuraban, a un prior que se le oponía, tan despiadado que llegó a colmar la medida de su anhelo de desprecios y malos tratos); y en 1591, de septiembre a diciembre, soportó las últimas penas físicas con gran amor, rechazando todo alivio; tenía una septicemia y llagas purulentas en la pierna derecha. Mientras se recitaba las recomendaciones del alma, solicitó le leyeran el “Cantar de los Cantares”, y con el crucifijo en las manos repitiendo las palabras de Cristo agonizante ("En tus manos...") y... expiró. Si bien fue el primer carmelita descalzo cronológicamente, no fue nunca el primero jerérquicamente en la reforma. No llegó a ser provincial, ni vicario general.
Su pensamiento se puede resumir en esta poesía suya: "Para llegar a gustar todo/ no queréis tener gusto de nada./ Para llegar a poseer todo/ No queráis poseer ninguna cosa. /Para llegar a ser todo/ no queráis ser ninguna cosa./ Para llegar a saberlo todo/ no queráis saber nada de nada". Su lema había sido: "a la tarde te examinarán en el amor". Sus restos están enterrados en Segovia.
Fue canonizado en 1726 por Benedicto XIII. San Juan de la Cruz no fue un sabio, si se le compara con otros doctores. Pero santa Teresa veía en él un alma muy pura, a la que Dios había comunicado grandes tesoros de luz y cuya inteligencia había sido enriquecida por el cielo. Así lo reconoció la Iglesia en 1926, al proclamar a san Juan de la Cruz Doctor de la Iglesia por sus obras místicas.Patrón de los poetas de lengua española. MEMORIA OBLIGATORIA.
Fue canonizado en 1726 por Benedicto XIII. San Juan de la Cruz no fue un sabio, si se le compara con otros doctores. Pero santa Teresa veía en él un alma muy pura, a la que Dios había comunicado grandes tesoros de luz y cuya inteligencia había sido enriquecida por el cielo. Así lo reconoció la Iglesia en 1926, al proclamar a san Juan de la Cruz Doctor de la Iglesia por sus obras místicas.Patrón de los poetas de lengua española. MEMORIA OBLIGATORIA.
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