Martirologio Romano: En la ciudad Nowe Miasto, en Polonia, beato Honorato de Biala Podlaska (Florencio) Kazminski, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, el cual se dedicó admirablemente a la administración de la penitencia, a la predicación de la Palabra de Dios y al consuelo de los presos.
Se llamaba Wenceslao Kozminski. Nació en Biala Podlaska (Polonia). Se licenció en arquitectura. La muerte de su padre le produjo una crisis de fe y se declaró ateo. Sospechoso de participar en un complot contra el régimen invasor ruso, fue encarcelado y en la prisión enfermó de tifus; estas nuevas pruebas le hicieron recuperar la fe. Fue liberado por insuficiencia de pruebas.
Ingresó en el noviciado de los capuchinos en Lubartów, tras haber luchado contra sí mismo porque tenía que dejar a su piadosa madre enferma. Recibida la ordenación sacerdotal en 1852, desarrolló su actividad como profesor de Sagrada Elocuencia y de Teología de los estudiantes capuchinos, como confesor de los herejes convertidos, consejero en su provincia capuchina, superior del convento de Varsovia durante un año y, por espacio de veinte años (1895-1916), comisario general de los capuchinos sometidos a la dominación rusa.
Ante todo, ya desde joven sacerdote, fue el padre Honorato un predicador y un clarividente director espiritual. Este fue el intenso ministerio en los años 1853-1864, cuando le vemos predicando continuamente en diversas iglesias de la capital Varsovia. Encargado de la dirección de los terciarios franciscanos, no se limitó a promover en ellos la vida devota, sino que los quería también comprometidos en una ferviente actividad caritativa y social. Durante este tiempo conoció a la beata Ángela María Truszkowska y fue su director espiritual, encargándose, además, del llamado "rosario viviente". Lejos, desde luego, de estar satisfecho porque formara grupos de hombres y mujeres entregados al rezo del rosario, los estimuló a una caritativa actividad de irradiación.
Trató de salvar la fe católica y el espíritu patriótico de su pueblo, contra las persecuciones zaristas encaminadas a separar la iglesia polaca de la de Roma, para que se incorporara a la instrumentalización política en la que ya estaba metida la iglesia ortodoxa. Como medios para la realización de este duro empeño, escogió la devoción a la Virgen y la Tercera Orden Franciscana que, con autorización del ministro general de los capuchinos, había sometido a una reforma radical.
Las leyes civiles de la época prohibían el apostolado y recibir novicios (forma de acabar con los religiosos). Por tanto, para abrazar la vida religiosa era necesario salir de la propia patria. Pero el padre Honorato encontró la solución proponiendo vivir los consejos evangélicos dentro del espíritu de la Tercera Orden Franciscana. Por eso aconsejaba no abandonar la patria, y llevar una vida ordinaria, sin hábito religioso, sin convento, ocultamente. Mientras tanto, él rezaba y estudiaba el Evangelio, en donde hallaba el espíritu y también la forma de la vida religiosa.
En el confesonario de Zakroczyn tomaron forma y vida numerosos institutos, cada uno de los cuales abarcaría una esfera particular: los intelectuales, los jóvenes, los empleados de establecimientos, los de las fábricas, las empleadas del hogar, los niños, los enfermos, los artesanos, los campesinos... y los lugares y las actividades con las que se podía ser útil al prójimo e influir en un amplio círculo de personas, como en las fondas y restaurantes, en librerías, bibliotecas, escuelas, sastrerías, negocios...
El padre Honorato quiso para la irradiación del apostolado de sus religiosos que cada congregación estuviera compuesta de tres diversas categorías de miembros: la primera, de religiosos que, viviendo en común, tenían la misión de acoger y dirigir a los otros; la segunda, formada por religiosos de votos temporales que viven con sus propias familias o en pequeños grupos: son los "unidos" y las "unidas", el elemento más dinámico de cada congregación, con mayor posibilidad de influir en los otros con el apostolado activo y el ejemplo; finalmente, la tercera categoría acogía a terciarios comprometidos de modo particular en la colaboración apostólica.
Todos estos religiosos llevaban traje normal de seglar y su modo de vida fue confirmado por la Santa Sede con el decreto “Ecclesia Cathólica” del 21 de junio de 1889. Fuera por las circunstancias particulares o por la intuición de los signos de los tiempos que tuvo este gran apóstol de la época moderna, el caso es que en la Iglesia había encontrado espacio, de derecho y de hecho, una amplia docena de institutos "seculares", de los cuales el padre Honorato era considerado como precursor.
Sin embargo, la experiencia fue de corta duración. Pronto hubo recriminaciones y denuncias contra la "novedad" de tal vida religiosa instaurada por el padre Honorato fuera de las formas canónicas tradicionales. Por eso, en 1907, le impusieron restricciones que de hecho llevaron a la supresión de los "unidos" y de las "unidas".
El padre Honorato fundó diversas congregaciones, de las cuales existen ahora 17, que por orden cronológico de su fundación, son las siguientes:
Felicianas (1855, en memoria del capuchino san Félix de Cantalicio); Capuchinas de santa Clara (1860);
Esclavas del Santísimo Corazón de Jesús (1874); Esclavas de santa María Virgen Inmaculada de Mariowka (1878); Hijas de la Bienaventurada Virgen María de los Siete Dolores o Seráficas (1881); Franciscanas de los Afligidos (1882); Vestuarias de Jesús (1882); Siervos de María Inmaculada (1883); Esclavas de Jesús (1884); Hijas del Purísimo Corazón de María (1885); Hermanas del Santísimo Nombre de Jesús (1887); Pequeñas Hermanas del Corazón Inmaculado de María (1888); Reparadoras de la Santísima Faz (1888); Auxiliadora de las almas del Purgatorio (1889); Hijas de María Inmaculada (1891), de ellas nació la nueva congregación, para muchachas desviadas; Esclavas de la Madre del Buen Pastor (1895); Hijos de la Madre de Dios Dolorosa o Doloristas (1893).
Además, fue consejero y legislador de la congregación de las Franciscanas del Santísimo Sacramento, monjas de clausura en el monasterio de Kenty.
Todas estas congregaciones, a excepción de las Felicianas, las fundó el padre Honorato y dirigió primeramente desde el convento de Zakroczyn y después desde el de Nowe-Miasto, sin poder visitar nunca una comunidad o una casa. El locutorio del convento estaba expuesto a registros de la policía y por eso él formaba a las hermanas y dirigía a los superiores desde el confesonario. Además, a partir de 1881 se sirvió de la hermana feliciana Isabel Stummer como portavoz en las distintas comunidades y a su muerte se aprovechó de la obra de Aniela Rosa Godecka, con la que había fundado las Pequeñas hermanas del Corazón Inmaculado de María.
Los últimos 24 años de su vida, los pasó en el convento de Nowe-Miasto, y allí, por correspondencia, dirigía espiritualmente a sus hijos espirituales (que estaban bajo la jurisdicción del obispo), ya que una sordera lo alejó del confesionario. Confesor de la beata Boleslawa María Lamet. Escribió diversas obras entre las que destacamos las siguientes: “Powiesc nad powiesciami” (El amor de Dios a los hombres), “Wlloclawek 1909”, en cuatro volúmenes, más dos inéditos; “Sw Franciszek i jego nasladowcy” (San Francisco y sus seguidores), Warszawa 1901-13, en cuatro volúmenes, más otros dos también inéditos; “¿Quién es María?”, obra proyectada en 52 tomos y 76 volúmenes, de los cuales solamente el primero fue publicado en dos ediciones diversas: el autor se proponía ofrecer una vastísima enciclopedia mariana (los 76 volúmenes suman 30.000 páginas).
El padre Honorato murió en olor de santidad a la edad de 87 años. Se le dio sepultura en la cripta del convento de Nowe-Miasto. El 10 de diciembre de 1975 su cuerpo fue trasladado a la iglesia que había encima, tras haberlo reconocido. Lo beatificó Juan Pablo II el 16 de octubre de 1988.
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