Martirologio Romano: En Sebaste, de Armenia, san Irenarco, mártir, que ejerciendo de verdugo se convirtió a Cristo motivado por la constancia de las mujeres cristianas y, bajo el emperador Diocleciano y el prefecto Máximo, murió decapitado.

La Passio dice que en Sebaste se inició una persecución cuando era prefecto de la ciudad Máximo. Siete mujeres, acusadas de convertir a sus maridos al cristianismo, fueron conducidas delante del prefecto. Uno de los guardias, de nombre Irenarco, encargado de la custodia de las siete mujeres, se declaró cristiano y se hizo cargo de su defensa. Máximo fue inflexible e invitó a las cristianas a sacrificar a los dioses, pero estas, con engaño, cogieron los ídolos y los tiraron a un lago. La ira del prefecto fue grande. Una de éstas, madre de dos niños, tiró al fuego un vestido blanco que el prefecto la había regalado a cambio de no torturar a su marido. Serán los dos hijos de esta mujer quienes luego seran asociados al martirio de Irenarco. Las mujeres fueron torturadas y después decapitadas.
Después llegó el turno de Irenarco que, como rechazase sacrificar a los dioses, fue torturado. Al mismo tiempo recibió el bautismo de manos del presbítero Acacio. Después de negarse nuevamente a sacrificar fue condenado al fuego y después a la decapitación. Irenarco, Acacio y los dos niños entraron en el horno ardiendo; los niños murieron enseguida, mientras los dos adultos fueron sacados de las llamas para decapitarlos. El relato del martirio de Irenarco es parecido al de san Blás.
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