Martirologio Romano: En Città di Castello en Umbría, conmemoración de los santos Florencio, obispo, del cual el papa san Gregorio Magno testifica la recta doctrina y santidad de vida, y Amancio, su sacerdote, lleno de caridad hacia los enfermos y de toda virtud.

Después de siete años de asedio de Perugia, la ciudad cayó por hambre, el obispo san Herculano fue asesinado y después de algún tiempo se vislumbró un rayo de paz. Florencio regresó a Città di Castello que la encontró destruída. Junto a los supervivientes edificó una fortaleza sobre las ruinas de la ciudad. Fueron reconstruídas las casas y las iglesias; la ciudad comenzó una nueva vida. Mientras tanto murió el obispo, el papa Pelagio por las peticiones de los ciudadano nombró a Florencio obispo de Cittàdi Castello, Perugia, Italia, de cuya santidad y doctrina fue testigo el papa san Gregorio Magno; san Amancio de Tiferno fue su sacerdote, conocido por su caridad para con los enfermos. Florencio fue un hombre dedicado a la predicación de la Palabra de Dios. Administró con justicia y caridad. Murió en Pieve de Saddi y fue asistido por tres obispos, uno de los cuales fue Lorenzo, obispo de Arezzo.
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