Martirologio Romano: En Cesarea de Capadocia, san Mercurio, mártir.
Era soldado, general del ejército romano de los emperadores Decio y Valeriano, cuando supo que era hijo de un cristiano y que había sido bautizado con el nombre de "Filópatros", confesó su fe y murió mártir en Cesarea de Capadocia. La leyenda dice que resucitó 100 años después para despedazar al emperador Juliano el Apóstata, que fue quien lo hizo ejecutar. Forma parte del grupo de "santos guerreros".
cárcel Mamertina. Roma |
San Moisés. M. 251.
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de san Moisés, presbítero y mártir, que en tiempo del emperador Decio, al ser martirizado el papa san Fabián, juntamente con el colegio de presbíteros cuidó de los hermanos en la Iglesia, determinó que debía otorgarse la reconciliación a los lapsos enfermos y moribundos y, durante el largo tiempo que estuvo retenido en la cárcel, frecuentemente les consolaba con las cartas de san Cipriano de Cartago, siendo coronado finalmente con un martirio glorioso y admirable.
Mártir en Roma, durante la persecución de Decio. Era un presbítero romano, célebre por el celo con que predicaba el Evangelio y por su firme oposición al novacianísmo; cuando martirizaron al papa san Fabián, asumió junto con el colegio de presbíteros el cuidado de los hermanos de la Iglesia; se dedicó a llevar la paz entre los lapsos enfermos y moribundos. San Cipriano de Cartago, le animó con una de sus cartas, cuando se encontraba en la cárcel. Murió a causa de la larga prisión.
San Audencio de Milán. s. IV.
Las noticias que tenemos de su vida las tenemos a través de la “Vita de San Julio de Novara”. Audencio era un noble senador romano natural de Milán, que fue de visita a la isla Orta donde estaba san Julio. Atraido por la santidad del santo se quedó con él, dándole el sustento moral y económico para el trabajo de evangelización que el misionera realizaba en el territorio de Cusio. Entre ellos surgió una profunda amistad. Están enterrados juntos.
En su honor se construyó la iglesia de Pettenasco en la orilla oriental del lago a poca distancia de la isla. Se dice que en este lugar, Audencio poseía una villa en la que moraba cuando dejaba la ciudad; y que pudo ser uno de los centros para la difusión del cristianismo en el ámbito rural, trabajo muy difícil por la supervivencia de cultos paganos ligados a la actividad agrícola. San Audencio es, junto con santa Catalina de Alejandría, cotitular, de la parróquia de Pettenasco.
San Márculo de Numidia. s. IV.
Martirologio Romano: En Numidia, san Márculo, obispo, que, según la tradición, murió mártir en tiempo del emperador Constante, despeñado desde una roca por un tal Macario.
Santa Jucunda. M. 466.
Joven de Reggio Emilia, hija espiritual del obispo de Reggio, san Próspero. Se consagró a Dios y dedicó su vida al servicio de los pobres.
Martirologio Romano: En la región de Agen, en Aquitania, san Maurino, mártir, que, dedicado a la evangelización de la gente del campo, fue despiadadamente destrozado por los paganos, según dicen las crónicas.
Abad y mártir en Aquisgrán, Francia, que se dedicó a la evangelización de los campesios; y los paganos, según la tradición, lo acuchillaron; la leyenda traslada otra vez en Colonia, pero en el siglo XI. Mandó en tiempos de sequía una lluvia tan enorme que desde entonces se le conoce con el apodo de "san Lluvioso".
sepulcro del santo |
San Gonzalo de Galicia. s. IX.
Se le recuerda como el obispo-abad de Mondoñedo, que con su fe y oración había hecho naufragar a una flota de invasores normandos. Fue obispo de Dumio, como otros de sus predecesores y antecesores, pero las invasiones normandas, los obligaron a refugiarse en Mondoñedo, donde había un monasterio, y no tuvieron jurisdicción propia hasta Sabarico I. Está enterrado en la catedral de San Martín de Mondoñedo, la más antigua de España. Nunca ha sido oficialmente canonizado, aunque se ha aprobado su culto popular.
San García de Arlanza. M. c. 1073.
Natural de Quintanilla (Burgos), hoy Quintanilla de San García. Abad benedictino de San Pedro de Arlanza (Burgos); monasterio donde se consagró a Dios, entregado fielmente a la oración y el trabajo como copista, y trabajando en el campo y dedicado al estudio de las Sagradas Escrituras y la Liturgia. Fue abad de este monasterio a intancias del rey Fernando I, y rigió la abadía entre 1039 y 1073. Consejero del rey Fernando I de Castilla, al que siguió en sus batallas, como ya lo eran los santos Domingo de Silos, Enecón de Oña y Sisebuto de Cardeña.
Hacia el 1050 tomó parte en las deliberaciones del concilio de Goyanza en orden a restaurar las antiguas leyes visigóticas y la disciplina de la Iglesia. Estuvo presente en la batalla de Atapuerca (1054). Conoció personalmente al Cid y parece probable que asistiese al juramente de Santa Gadea. En el silencio de su monasterio rezaba y gobernaba a su grey, formó hombres en la virtud y el trabajo. Realizó en común muchas tareas con los abades de su entorno. Tuvo dones taumatúrgicos y se dice que tuvo la visión de dónde se encontraban las tumbas de santos Vicente, Sabina y Cristeta, en Ávila. Murió santamente en el monasterio de San Pedro de Arlanza. Está enterrado en su pueblo natal.
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