Martirologio Romano: En Glasgow, en Escocia, san Juan Ogilvie, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, desterrado en diversos países de Europa, después de dedicar muchos años al estudio de la teología fue ordenado sacerdote y volvió ocultamente a su patria, donde se entregó diligentemente al cuidado pastoral de sus conciudadanos, hasta que, encarcelado y condenado a muerte bajo el rey Jacobo I, alcanzó en el patíbulo la gloriosa palma del martirio.
Nació en Glasgow, Escocia, en el seno de una familia muy representativa. Abrazó el catolicismo en Lovaina y pidió ser admitido en el colegio escocés de Douai, cuando su padre, noble escocés, adherido a la reforma calvinista (presbiteriano), temiendo que su esposa católica influyera en su hijo, decidió mandarle a Europa entre hugonotes para que realizara sus estudios. Prosiguió sus estudios en Ratisbona, Olmutz y Viena, donde ingresó en la Compañía de Jesús en el 1599, hizo su noviciado en Brno, Moravia. Recibió la ordenación sacerdotal en París.
Regresó a Escocia, y para poder ejercitar su ministerio se tuvo que disfrazar de oficial escocés. Primero se movió en Edimburgo y fue huésped de William Sinclair, también convertido al catolicismo. Luego extendió su radio de acción en Glasgow. Pronto fue ordenado un nombre de heroísmo entre los católicos de Escocia: "el capitán Watson". Su trabajo fructificaba. Hasta que a los 18 meses fue descubierto, por la delación de un tal Adam Boyd que le dijo que deseaba ser católico, llevado a la cárcel donde lo torturaron. Cayó en manos de su peor enemigo el arzobispo Spottiwood que recurrió a todos los medios para hacerle apostatar y para que revelase los nombres de otros católicos y le acusó de formar parte de la Conspiración de la Pólvora. Después le llevaron a la cárcel de Edimburgo donde también sufrió interrogatorios. Y después le volvieron a llevar a Glasgow.
Tenía 34 años; y todo lo superó con fortaleza y hasta con humorismo, las torturas le dejaron cojo y le privaron del sueño durante 8 días. Le amenazaron con quemarle vivo, y el contestó: "Ningún tiempo más a propósito con el frío que estoy pasando". Fue condenado a ser ahorcado y descuartizado en Glasgow, y antes de ponerle la soga al cuello, la besó y de rodillas dijo al pueblo: "Muero únicamente por causa de mi religión católica; y por ella, yo daría muy a gusto cien vidas; quitadme la única que tengo; ya que mi religión jamás me la podréis quitar". Antes de morir perdonó a sus enemigos. El verdugo lo ahorcó hasta la muerte, y cuando fue bajado su cadáver para ser descuartizado, la multitud prorrumpió en llanto y en protestas por una muerte injusta, y en vista de la reacción popular, no se procedió al descuartizamiento del cadáver. Fue beatificado en 1929 por SS. Pío XI y canonizado por el Papa Pablo VI el 17 de octubre de 1976.
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