Martirologio Romano: San Juan de Capistrano, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que luchó en favor de la disciplina regular, estuvo al servicio de la fe y costumbres católicas en casi toda Europa, y con sus exhortaciones y plegarias sustentó el fervor del pueblo fiel, defendiendo también la libertad de los cristianos. En la localidad de Ujlak, junto al Danubio, en el reino de Hungría, descansó en el Señor.
Había nacido en Capistrano, cerca de L'Aquila, hijo de un barón alemán y de una madre abruzese. Estudió Derecho en Perugia y, tras la muerte de su padre, ejerció el arte forense, convirtiéndose durante doce años en el príncipe de los jurisconsultos de la ciudad de Perugia. En el 1412, le eligieron gobernador de la ciudad, y en este cargo tuvo que hacer frente a las luchas de Perugia con la ciudad de Rímini; cuando intentó resolver la situación por la vía pacífica, fue apresado por los Malatesta, podestas de Rímini. En su prisión en la torre de Brufa tuvo una visión de san Francisco, que lo invitaba a entrar en su Orden.
Abandonó a su prometida y sus bienes y, después de una prueba de vocación, fue aceptado en los observantes del convento de Monte de Perugia. En 1416 vistió el hábito franciscano e hizo profesión religiosa, cursando los estudios teológicos con Santiago de la Marca. San Bernardino de Siena fue su maestro y se unió a él en la reforma de la "observancia" propugnando el nombre de Cristo Rey y el nombre de Jesús. Ordenado sacerdote en 1418, se dedicó a la predicación, recorriendo las provincias italianas para combatir todos los errores e invitar a la conversión, convirtiéndose también en legislador de la renovación franciscana de la observancia. Cuando predicaba, con su espíritu y su cruz en alto, acudían los hombres por decenas de miles. En todas las ciudades donde predicaba, hacía que llevasen a la plaza pública las pinturas obscenas, barajas, dados, pelucas... y echaba todo al fuego. Este auto de fe, cuyo uso fuera introducido por Savonarola y san Bernardino de Siena, se llamaba “el incendio del castillo del diablo”.
Su apostolado en Italia estuvo enfocado sobre todo, contra los rigoristas ("los fraticelli"); para ser más eficaz en esta misión, el papa Martín V le dio (junto con Santiago de la Marca) plenos poderes como Inquisidor general (1426). También Eugenio V, cuya elección había predicho, le encargó (con san Lorenzo Giustiniani) examinar la causa de los "jesuatos", discípulos del beato Juan Colombini; después de una profunda investigación, atestiguó la ortodoxia de los jesuatos ante el mundo católico (1437). En Tierra Santa promovió la unión de los armenios con Roma. Luchó contra la usura que practicaban los judíos y consiguió que se adecuasen a las leyes civiles que regían en Italia, contra la práctica de la usura. Fue varias veces Vicario general de la Observancia y redactó sus Constituciones. En el capítulo de Padua (19443) fracasó en su unión de los observantes y conventuales, que en este capítulo se dividieron, si bien mantuvo la unión de los superiores y provincias hasta su división externa en 1517. A la beata Antonia de Florencia, que fue penitente, la nombró abadesa del monasterio de clarisas de Corpus Domini, y le encargó su renovación.
Fue enviado a Oriente como visitador de la Orden (1439); luego tras el concilio de Florencia, en que sus esfuerzos ecuménicos fueron coronados por el éxito (aunque su conducta en relación del movimiento hussita de Bohemia fue muy criticada), fue nombrado nuncio apostólico en Sicilia y legado en Francia ante Carlos VII. Fue misionero en Alemania, Austria, Polonia y por fin Hungría, donde, con el favor de Nicolás V y después de Calixto III, predicó la cruzada contra los turcos, que, tras la conquista de Constantinopla (1453), asediaron la fortaleza de Belgrado en la frontera de Hungría. Belgrado se salvó (1456) gracias a la victoria del general Juan Hunyadi. La historia nos relata que esta victoria no habría sido posible sin la oración que Juan hizo en nombre de Jesús y a la presencia entre las tropas del estandarte eucarístico de san Bernardino de Siena. Para conmemorar esta victoria se instituyó la fiesta de la Transfiguración del Señor. Se le acusó de haberse atribuido esta victoria, pero hoy sabemos, por las cartas que dirigió a Calixto III, que dijo bastante menos de lo que había hecho. Poco después de esta victoria murió de peste en la iglesia conventual de Santa María de Ilok, Croacia. Ha dejado muchos manuscritos que son fuente histórica del primer Renacimiento: "De usura", y otros escritos sobre dogma, moral, espiritualidad, sermones y cartas. Será siempre recordado como un hombre de paz, y predicador de la paz.
Fue canonizado en 1724 por Benedicto XIII. Su fiesta fue general en 1890 para toda la Iglesia occidental. Patrón de Belgrado. MEMORIA FACULTATIVA.
Fue canonizado en 1724 por Benedicto XIII. Su fiesta fue general en 1890 para toda la Iglesia occidental. Patrón de Belgrado. MEMORIA FACULTATIVA.
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